viernes, 17 de enero de 2020

CUIDAR LA UNITAT DELS CRISTIANS

Ganes d’anar milloran l’ecumenisme

De el 18 a el 25 de gener se celebra l’anual «octavari de pregària per la unitat dels cristians» i per ajudar a viure-ho cada vegada millor, vénen com anell a el dit les paraules d’Isaïes que diu que “el Senyor em va dir: «des del ventre em va formar servent seu (…) perquè li reunís a Israel»” (Is 49, 6). Es tracta de la unitat del Poble de Déu.

En la 2ª lectura de la Liturgia de la Palabra de este domino 2º (ciclo A) del TO es Pablo que escribe también recordando la idea de la necesidad necesaria de la unidad en la diversidad de l@s discípul@s de Cristo: “Yo, Pablo (…) y Sóstenes, nuestro hermano, escribimos a la Iglesia de Dios en Corinto (…) al pueblo santo (…) a todos los demás que en cualquier lugar invocan el nombre de Jesucristo” (1Cor 1, 1-3).

La preocupació per tots els cristians es va deteriorar més del compte desde de la reforma de Lutero i dels altres, fins que l’Esperit Sant, per dir-ho d’alguna manera, va donar un cop de puny a la taula i va dir “¡Ja n’hi ha prou!”. Certament no han faltat en els segles passats cristians que s’han acurat per viure bé l’ecumenisme però eren versos solts, a l’marge de la “política oficial” dels eclesiàstics.

Juan Pablo II en su primera encíclica programática “El Redentor del hombre” (Redemptor hominis, RH, 1979) escribía que “el inolvidable Juan XXIII, con claridad evangélica, planteó el problema de la unión de los cristianos como simple consecuencia de la voluntad del mismo Jesucristo, nuestro Maestro (…) A todos aquellos que por cualquier motivo quisieran disuadir a la Iglesia de la búsqueda de la unidad universal de los cristianos hay que decirles una vez más: ¿Nos es lícito no hacerlo?” (RH, 6).

En noviembre de 2016 Francisco recibió a los participantes de la sesión plenaria del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos y afirmó que esta unidad deseada por Jesús “es una de mis principales preocupaciones”. Y recordó que “la unidad no es uniformidad (…) no implica ‘marcha atrás’ en virtud del cual se deba renegar de la propia historia de fe. Y en setiembre de 2018, sobre el tema «Pentecostales, carismáticos y evangélicos: impacto en el concepto de unidad», pidió superar la desconfianza y construir vínculos de auténtica fraternidad, porque es deber «discernir y reconocer la presencia del Espíritu Santo en dichas comunidades».

Juan Pablo II en la encíclica ecuménica Ut unum sint (UUS, 1995) escribía que “La llamada a la unidad de los cristianos que el Concilio Vaticano II ha renovado con tan vehemente anhelo, resuena con fuerza cada vez mayor (…) Con el Concilio Vaticano II, la Iglesia católica se ha comprometido de modo irreversible a recorrer el camino de la acción ecuménica (…) En la situación actual de división entre los cristianos, los fieles católicos se sienten profundamente interpelados por el Señor de la Iglesia y ella no olvida que muchos en su seno ofuscan el designio de Dios”.

El ecumenismo que promueve Francisco es muy práctico y tal como quería Juan Pablo II que escribía: "las relaciones entre los cristianos no tienden sólo al mero conocimiento recíproco, a la oración en común y al diálogo –se sigue leyendo en Ut unum sint-. Prevén y exigen desde ahora cualquier posible colaboración práctica en los diversos ámbitos: pastoral, cultural, social e incluso en el testimonio del mensaje del Evangelio”.

Jesús mateix –segueix dient l’encíclica ecuménica UUS del Papa polac-, abans de la Passió va pregar per “que tots siguin u”. Aquesta unitat está en el centre mateix de la seva obra. La unitat donada per l’Esperit Sant no consisteix simplement en el trovar juntes unes persones que se sumen unes a les altres”.

En la Carta ap preparatoria del Gran Jubileo del 2000, Tertio milenio adveniente (TMA, 1994) dijo que “entre los pecados que exigen un mayor compromiso de penitencia y de conversión han de citarse ciertamente aquellos que han dañado la unidad querida por Dios para su Pueblo (…) Desgraciadamente, estos pecados del pasado hacen sentir todavía su peso y permanecen como tentaciones del presente. Es necesario hacer enmienda, invocando con fuerza el perdón de Cristo” (TMA, 34).

La rotura de la unidad de los discípul@s de Jesús no son solamente los hechos puntuales del cisma ortodoxo en 1057 o la separación de la mitad norte europea con Lutero y demás reformadores en los años alrededor del 1520.
Silvestre I (†335), el primer Papa que disfrutó de la libertad concedida en 313 por Constantino, actualizando el Decreto de su antecesor Galieno del 311, tuvo que enfrentarse con el sacerdote hereje Arrio, condenado en el concilio de Nicea del 315.
Lucífero (†370), obispo de Cagliari, se negó a reconocer como legal la integración de los obispos arrianos convertidos al catolicismo y mantuvo su intransigencia siempre.
Servacio o Gervasio (†384), obispo de Tongres en Maestricht estuvo en el sínodo de Rimini donde se negó a firmar el credo niceno aunque luego se arrepintió.
Epifanio (†403 con 88 años), obispo de Salamina, padre de la Iglesia, agresivo y desmesurado; tuvo una intervención importante en la primera controversia antiorigenista.
Posidio, obispo de Lombardía, iba de vez en cuando a Hipona para colaborar en la lucha contra el pelagianismo y allí asistió a la muerte de san Agustín en el 430.
Esteban, obispo de Antioquia, mártir en el 479, ahogado en el río Orontes por clérigos monofisitas.
Geroncio, obispo de Ficocle (hoy Cervia en Las Marcas), fue martirizado en el 501 cuando regresaba de un sínodo en Roma, asesinado por unos partidarios del antiPapa Lorenzo.
Wilfrido (†709 con 75 años), obispo de York y apóstol de Europa, fue el responsable de lograr la fusión de las dos facciones que existían dentro de la Iglesia inglesa de esos tiempos: la Iglesia celta, prácticamente autónoma y la Iglesia anglosajona, obediente a la sede romana.
Conrado (†1066 con 50 años), clérigo de Colonia, fue nombrado obispo de Tréveris sin consultarse al pueblo y al clero lo que produjo un gran altercado y a su primera aparición en público fue despeñado.
Gregorio VII (†1085 con 65 años), Papa que escribió en enero de 1075 a su amigo san Hugo, abad de Cluny diciéndole: “Me rodean un inmenso dolor y una tristeza universal porque la Iglesia oriental se aparta de la fe; y si miro hacia Occidente, al Mediodía o al Septentrión, casi no encuentro obispos legítimos por la elección o por la vida, que gobiernen el pueblo cristiano por amor a Cristo. Lo hacen por ambición mundana”.
Etc., etc., etc. pues pueden listarse casos concretos hasta 2020.

El mismo Jesucristo manifestó en el Cenáculo que la unidad de sus discípulos es condición sine qua non para que el mundo crea (cf Jn 17, 21). El mundo no deja de creer porque ellos y ellas sean mal@s.

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