Para este mundo sin
ser del mundo
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El
anuncio de la implantación del reino del cielo, o reino de Dios, es obvio. El
ángel le dijo a María de Nazaret, jovencita que tendría unos 13 ó 15 años de
edad: "No temas, María (…) concebirás en tu seno y darás a luz un hijo (…) reinará
eternamente sobre la casa de Jacob, y su Reino no tendrá fin" (Lc 1, 30-33).
En
otra página se nos cuenta que por aquellos días apareció Juan el Bautista
predicando en el desierto de Judea y diciendo que está al llegar el Reino de
los Cielos (Mt 3, 1-2). También
comenzó Jesús a predicar y a decir: está al llegar el Reino de los Cielos
(Mt
4, 17). Recorría Jesús toda la Galilea enseñando en las sinagogas,
predicando el Evangelio del Reino (Mt 4, 23; Mt 9, 35; Lc 8, 1-2).
Después
de haber sido apresado Juan, llegó Jesús a Galilea predicando el Evangelio de
Dios, y diciendo: El tiempo se ha cumplido y está cerca el Reino de Dios (Mc 1, 14-5).
La multitud le buscaba y él les dijo: Es necesario que yo anuncie también
a otras ciudades el Evangelio del Reino de Dios, porque para esto he sido
enviado. E iba predicando por las sinagogas de Judea (Lc 4, 42-44). A
los doce envió Jesús dándoles estas instrucciones: Id y predicad diciendo
que el Reino de los Cielos está al llegar (Mt 10, 5-8). Decidles: el Reino
de Dios está cerca de vosotros (…) sabed esto: el Reino de Dios está cerca (Lc 10:8-11).
Interrogado
por los fariseos sobre cuándo llegaría el Reino de Dios, él les respondió: El
Reino de Dios no viene con espectáculo; ni se podrá decir: vedlo aquí o allí;
porque, mirad, el Reino de Dios está ya en medio de vosotros (Lc 17,
20-21). Si
yo expulso los demonios por el Espíritu de Dios, es que el Reino de Dios ha
llegado a vosotros (Mt 12, 28 y Lc 11, 20). Observad la higuera y
todos los árboles. Cuando ya echan brotes, al verlos, conocéis por ellos que ya
está cerca el verano. Así también vosotros cuando veáis que sucede todo esto,
sabed que está cerca el Reino de Dios (Lc 21, 29-31).
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"Tomándolos
consigo, se retiró aparte hacia una ciudad llamada Betsaida. Cuando las
muchedumbres se dieron cuenta, le siguieron; y acogiéndolos les hablaba del
Reino de Dios y sanaba a los que tenían necesidad" (Lc 9, 10-11).¿Qué
entenderían de ese reino? ¿Qué idea tengo fijada? Mientras Jesús ascendía al
cielo, todavía los suyos siguen creyendo que se trata de un reino temporal, político y
militar, y es la última pregunta en voz alta que el Resucitado recibe de ellos. Si no fuera a la vez Dios, ascendería “depre”. Insisten y le preguntan si es ahora cuando va a instaurar el
reino ya que no fue tras la última cena en Jerusalén a donde creían que habían
ido a dar el golpe de estado y liberarse de la esclavitud romana. Pedro utilizó contra Malco su espada en el huerto de Getsemaní y el evangelista dice que en el cenáculo había otra.
Jesús advertía claramente
que su reino no es de este mundo y que en él ni están todos los que son, ni son
todos los que están, aunque en la historia no han faltado quienes le
contradicen. Os digo que muchos de Oriente y Occidente vendrán y se
pondrán a la mesa con Abrahán, Isaac y Jacob en el Reino de los Cielos,
mientras que los hijos del Reino serán arrojados a las tinieblas exteriores (Mt
8:11-12 y Lc 13, 28-29). En verdad os digo que los publicanos y las
meretrices os van a preceder en el Reino de Dios (Mt 21, 31).
Un
día en el Templo, mientras enseñaba, a los príncipes de los sacerdotes y los
ancianos del pueblo les anunció que “os
será quitado el Reino de Dios y será dado a un pueblo que rinda sus frutos” (Mt 21, 43).
Siempre hay
excepciones a las generalidades y así, un día, viendo Jesús que un
escriba le había respondido con sensatez, le dijo: No estás lejos del
Reino de Dios (Mc 12, 32-34).
Eso de pertenecer al
reino de los cielos es una manera de expresar la felicidad eterna a la que está
llamado el ser humano por el Creador, y como es su voluntad que tod@s se
salven, la cosa no puede ser difícil y para un@s poc@s. Pero es evidente que no
se regala con trampas, con los ojos cerrados, mirando para otra parte. El
Hijo del Hombre enviará a sus ángeles y apartarán de su Reino a todos los que
causan escándalo y obran la maldad (Mt 13, 41-43). En verdad os
digo: difícilmente entrará un rico en el Reino de los Cielos. Es más, os digo
que es más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico
entrar en el Reino de Dios (Mt 19, 23-24; Mc 10, 23-26 y Lc 18, 24-26).
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En la solemnidad de Jesucristo,
Rey del Universo, del año 2013, en la clausura del Año de la fe, Francisco
escribió a la Iglesia y al mundo entero la Ex ap “La alegría del Evangelio”
(Evangelii gaudium) sobre el anuncio del Evangelio (o sea del reino) en el
mundo actual. En ella se lee que “Fiel al modelo del Maestro, es vital que hoy
la Iglesia salga a anunciar el Evangelio a todos, en todos los lugares, en
todas las ocasiones, sin demoras, sin asco y sin miedo. La alegría del
Evangelio es para todo el pueblo, no puede excluir a nadie” (EvG, 23).
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Se insiste en que la sociedad actual se ha secularizado, lo cual
es verdad si no se tergiversa el sentido de esa palabra. Si ya se ha
secularizado o está en camino de alcanzarlo, es un motivo para dar gracias a
Dios ya que ello significa que se ha conseguido borrar del mapa el
clericalismo, definido por Francisco como un cáncer en la Iglesia y al que se
refiere continuamente.
Padre nuestro que estás en el cielo (…) venga a nosotros tu reino,
no el nuestro. Amén.
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