domingo, 17 de marzo de 2019

Y YO, CUANDO SEA LEVANTADO SOBRE LA TIERRA

Atraeré a todos hacia mí (Jn 12, 32)

Cada 2º domingo de Cuaresma se proclama el pasaje evangélico de la transfiguración de Jesús en lo alto del monte Tabor. En el ciclo A es lo de Mateo, en el B Marcos y este año, ciclo C, Lucas.

Y yo, cuando sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí (Jn 12, 32), dijo en una ocasión Jesús, pero por ese “todos” no se refería a la subida  al Tabor que ni siquiera hizo con los 12, solamente con tres. Tampoco se referiría a cuando subió a la montaña y pronunció el sermón de las bienaventuranzas pues le escuchaba una multitud que no pasaría de algunos miles, ni cuando ascendió al cielo pues los presentes ni siquiera eran los 140 discípulos que cita Pedro en el Cenáculo el domingo de la resurrección.

Paradójicamente con ese estar alzado se refería a su muerte en la cruz, en lo alto del Gólgota cuando en ese momento todo el mundo afirma que su vida fue un fracaso rotundo. ¡Vaya fracaso en su misión en la tierra! ¿Así es como quería atraer a todos hacia sí, crucificado como un condenado? Incluso los suyos, salvo las pocas mujeres que acompañaban a su madre María, le abandonaron. 

En el Tabor unos días antes de la pasión se manifestaba solamente ante los 3 apóstoles (Pedro, Juan y Santiago) que también llevará consigo en otros momentos pero como todo el grupo de sus discípulos, también esperaban un Mesías poderoso, fuerte, dominador. Al contrario, Jesús se presenta como un siervo humilde, servidor de Dios y de los hombre, que debería dar su vida en sacrificio y que anunció varias veces como en esta ocasión en el Tabor. Hablaba con Moisés y Elías de su cercana pasión y muerte de cruz que tenía que cumplirse en Jerusalén en no muchos días.

¿Cuándo, cómo … será esto de que todos estén atraídos por él pues todavía no se ve, ni de lejos, que estén todos atraídos? ¡Cuánt@s que ni han oído hablar de él a lo largo de tantos siglos! El mismo Cristo ya dijo que la atracción definitiva será en la “parusía”, en su segunda y definitiva venida. Entonces verán al Hijo del Hombre que viene sobre las nubes con gran poder y gloria (Mc 13, 26).

El Concilio Vaticano II concreta la reforma de la Iglesia del tercer milenio recordando que Dios va atrayendo no definitivamente y de “mil maneras” que a los humanos no se nos ocurren pero durante siglos no han faltado quienes sin paciencia para esperar aquel momento del que nadie sabe el día ni la hora (cf GS, 22) se propusieron lograrlo ya ahora.

Teodosio
La impaciencia es una tentación continua en la Iglesia que conduce a instaurar el poder temporal de los papas y obispos para buscar eficacia. Fue el emperador Teodosio (siglo IV) quien, con el beneplácito del Papa Dámaso declaró al cristianismo religión oficial del Imperio. Así al Papa –no a la Iglesia- le dio un poder enorme, ofreciéndole la estructura del Estado a su servicio, a cambio de lograr el poder que le daba esta religión sobre sus gentes. Ahora se denuncian los abusos de poder o debería hacerse al igual que con los sexuales.
Pedro Damiani (†1072 con 65 años), monje camaldulense, apóstol en Francia, Alemania e Italia. Obispo de Ostia y cardenal, fue hombre de Iglesia implicado en los grandes problemas de su tiempo pues era partidario de la estrecha alianza de la Iglesia (el Papa) con el poder temporal y vivió la crisis del Papado de Alejandro II y el decreto de independizar su elección del poder de la nobleza romana y de la realeza germana dado por Nicolás II en 1059. El poder temporal también quiere hacerse con lo espiritual, el César se quiere hacer Dios mientras los jerarcas quieren hacerse césares.
Simplicio (†483) fue un Papa que contuvo las ansias de poder del patriarcado de Constantinopla que pretendía reconocer los derechos de Alejandría y Antioquia. También iglesias locales quieren tener poder sobre las demás.
            Ricardo (†1253 con 56 años). Canciller de la Universidad de Oxford y obispo de Chichester (1245), se opuso al rey Enrique III que se apoderaba de los beneficios eclesiásticos vacantes. Frente a tanto obispo medieval comilón, arrogante, cortesano, amigo del lujo, Ricardo será humilde y austero, sencillo y bondadoso con la delicadeza franciscana.
            Francisco de Paula (†1507 con 71 años) fue el fundador de los “Mínimos”, la Orden de los ermitaños de san Francisco, de quien Pablo VI dijo en 1977 que es un verdadero modelo para los que tienen que llamar la atención a los gobernantes que abusan de su poder y que malgastan en gastos innecesarios el dinero que deberían emplear en favor de los pobres.
            Amós, profeta de Israel, aldeano del reino del sur, pastor y recolector de higos, fue enviado a predicar al reino del norte de Israel cuyo bienestar material disfrutaban los ricos y poderosos, mientras los pobres y desvalidos eran oprimidos cada vez más. Los poderosos se atribuían el éxito por el buen hacer y al esplendor de su culto y de sus ritos idolátricos a los dioses Betel y Guilgal.

Silvestre I (†335) fue el primer Papa que gozó de la paz constantiniana y que se ciñó la tiara cuando Constantino se consideraba el legítimo representante de la divinidad y por tanto del Dios de los cristianos. De él recibió Silvestre “la donación” de los palacios lateranenses que eran propiedad de su mujer y que dieron origen al poder temporal y a los Estados pontificios y que algunos suponen necesarios para garantizar la libertad del obispo de Roma. El primer concilio ecuménico, el de Nicea en el 315, fue convocado por el emperador Constantino, no por el Papa.
            Bonifacio I (†422), por la intervención de Carlos de Ravena y el apoyo de Gala Placidia, fue elegido Papa. No quiso permitir que los obispos de Constantinopla extendieran su patriarcado a las provincias occidentales sujetas al imperio de Oriente. Hizo grandes donaciones a las iglesias romanas de cálices, patenas y otras alhajas de plata.
Gregorio I Magno (†604 con 64 años) convirtió en monasterios a sus órdenes los palacios heredados de su padre y así sembró por Italia los Estados pontificios mientras se puso por título “siervo de los siervos de Dios”.
León III corona a Carlomagno
            Esteban (†1038 con 63 años), primer rey de Hungría fue coronado por el Papa Silvestre II en Navidad del año 1000 y le concedió la diadema imperial, la procesional y los poderes para crear obispados y nombrar dignatarios, uniendo en una sola nación el Estado y la Iglesia.
            Edmund (†870 con 29 años) rey inglés mártir, coronado por Humberto, el obispo de Elma, en Navidad de 855.
            León IX (†1054) fue designado por el emperador Enrique III sucesor de Dámaso II. Fue sucedido por Nicolás II quien decretó la abolición de tal intromisión, ayudado por el cardenal Humberto, el que escribiera la (inválida) bula de excomunión de Miguel Cerulario el 16 de junio cuando el Papa León IX había fallecido el 19 de abril y con sede vacante no tienen validez los actos de gobierno.
            Gregorio VII (†1085 con 65 años), monje en Cluny fue Papa que hizo una reforma interna de la Iglesia para eliminar la intromisión del poder civil en los nombramientos eclesiásticos pues coartaba la libertad de la Iglesia con las “investiduras” de los oficios eclesiásticos.
            Rosa de Viterbo (†1252 con 19 años) vivió en aquellos momentos en que, como nunca, el cristianismo influía en lo privado y en lo público, en la política, en la cultura y en todas las actividades humanas. Es cuando se construyen universidades, catedrales, cruzadas, etc. eran los tiempos del Papa Inocencio III, llamado el Augusto del pontificado (como los emperadores romanos) y Stupor mundi pues con él se llegó a la cúspide del poder de la Iglesia sobre el mundo.
            Pío X (†1914 con 79 años), fue elegido Papa para suceder a León XIII en la 7ª votación; algunos decían que no era Papable pues no sabía francés. Su candidatura fue por causa del veto del emperador austríaco al Papable evidente, Card Rampolla. Por eso reformó el reglamento del Cónclave para que nunca más en la historia influya el poder temporal en la elección del Papa.

En san Quintín, en la región de la Picardía, en el margen del río Somme, en agosto de 1557 los católicos reyes de España y Francia, Felipe II y Francisco I, se hacían la guerra por los intereses temporales de los territorios pontificios en Nápoles por los que velaba Pablo IV, el Papa belicista y napolitano que excomulgó al rey hispano y a su padre, el emperador Carlos V.

            Ambrosio (†397 con 57 años), obispo de Milán, fue el primero en “lograr” que se reconociera que el poder de la Iglesia estaba por encima del poder del Estado logrando hacer efectiva una demanda por la que la Iglesia ostentaba un poder superior no solo al Estado Romano sino a todos los Estados.
            Máximo (†423), el primer obispo de Turín, como san Ambrosio, ayudó a consolidar el cristianismo en el norte de Italia aglutinando en su persona la sociedad civil ya que se sentía plenamente autorizado para ejercer un auténtico poder de control sobre la ciudad. El tono de sus "sermones" –comentó Benedicto XVI en Aud Gral (31-X-2007)- implica una conciencia cada vez mayor de la responsabilidad política de la autoridad eclesiástica, en un contexto en el que estaba sustituyendo a la civil. Es evidente que el contexto histórico, cultural y social hoy es profundamente diferente.
            Benito (†547 con 67 años), el iniciador del monacato occidental con la Orden benedictina, llamada “milicia divina”, estudió en la Roma decadente de los godos y del naciente poder de los Papas. Asqueado, se retiró a los montes Abruzos, a 50 km al este de Roma. Luego se estableció en Montecasino, entre Roma y Nápoles.
            Pedro “crisólogo” (†450 con 71 años) vivió muy ligado con los poderes temporales y amigo del emperador Valentiniano III y de su madre Gala Placidia que lo recomendó para ser obispo de Rávena.
            Domingo de Guzmán (†1221 con 51 años), fundador de la Orden de Predicadores (la “santa predicación”, los dominicos), fue glosado por Benedicto XVI (Aud Gral 03-02-2010) que comentó que “el nombramiento (de canónigo de la catedral) no lo interpretó como un privilegio personal, ni como el inicio de una brillante carrera eclesiástica, sino como un servicio hecho con dedicación y humildad" y en ese contexto cuestionó si "la carrera y el poder no son una tentación de la que no son inmunes ni siquiera quienes tienen un papel de animación y de gobierno en la Iglesia".

Roberto Belarmino (†1621 con 79 años), jesuita, cardenal y obispo de Capua, estuvo metido en el Índice por criticar los límites del poder temporal del Papa, consciente de no faltar a su 4º voto sino todo lo contrario, viviendo la evangélica corrección fraterna.

El 20-IX es el Aniversario del inicio de la pérdida de los Estados Pontificios en 1850. No será hasta 1929, con Pío XI, que se recupere algo mínimo, el actual Estado Vaticano, el más pequeño del mundo. Durante casi 80 años el Papa vivía sin poder temporal pues no tuvo territorios que gobernar y no pasó nada.

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