miércoles, 13 de marzo de 2019

EL 6º AÑO DEL PAPA FRANCISCO

Como el de Asís, el “poverelo”


El cardenal arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio, al ser elegido sucesor del dimitido Benedicto XVI, aquel 13 de marzo de 2013, ante la sorpresa monumental del mundo entero, eligió el nombre de Francisco como el de Asís (†1226 con 44 años), el “poverelo” (el pobrecito). El mismo Bergoglio explicó que tomaba ese nombre por el franciscano y no por el jesuita Francisco de Javier.

La renuncia de Benedicto XVI pudo ser impactante en un primer momento pero luego, rebobinando, uno caía en la cuenta de que ya lo había anunciado desde el primer día en que fue elegido sucesor de Juan Pablo II. En la homilía de la Misa de inauguración de su pontificado (16-IV-2005) dijo: Ahora, en este momento, yo, débil siervo de Dios, he de asumir este cometido inaudito, que supera realmente toda capacidad humana. ¿Cómo puedo hacerlo? (…) Rogad por mí, para que, por miedo, no huya ante los lobos”. En julio de 2010, en la catedral de Sulmona, en la visita pastoral a l’Aquila, veneró las reliquias del Papa dimisionario Celestino V (†1296 con 84 años).

Francisco de Asís fue un verdadero pobre de Dios (el poverelo) a quien en nuestra era es reconocido hasta por los ecologistas como un hombre de este tiempo por amor a las criaturas de Dios, a los hombres, a los animales y a las plantas de lo cual se hace eco el actual Papa argentino.

A Francesco de Asís un día se le apareció Jesús crucificado que le dijo: “Francesco, repara mi Iglesia pues ya ves que está en ruinas”. Lo contó Benedicto XVI en una de aquellas catequesis (21-I-2010) que duraron más de dos años y en las que iba recorriendo los siglos y comentando a algún@ de l@s sant@s. “Cristo en la cruz tomó vida en tres ocasiones y le dijo: «Ve, Francisco, y repara mi Iglesia en ruinas». Este simple acontecimiento de escuchar la Palabra del Señor en la iglesia de san Damián esconde un simbolismo profundo –siguió diciendo el papa Ratzinger- (…) es símbolo de la situación dramática e inquietante de la Iglesia en aquel tiempo”. Al Papa alemán Ratzinger, Benedicto XVI, le superó la tarea y quizá le ayudase a decidir su dimisión el conocer, que lo sabría, seguro, la lista casi interminable de obispos dimisionarios que ha habido en la historia de la Iglesia.

Justo (†390) era obispo de Lyon, dimitió y se retiró a Egipto. Juan “el silencioso o hesicasta” (†558) fue obispo armenio dimisionario de Nicópolis y se hizo monje en la laura de san Sabas. Teodoro “siceota” (†613), fue obispo dimisionario de Anastasiópolis, Galacia y consiguió que el patriarca de Jerusalén recomendase a su metropolita que aceptase su dimisión. Eremberto (†678) fue monje benedictino, obispo de Toulouse que en 668 dimitió para volver como monje al monasterio que había construido. Genadio (†925) era abad en el Bierzo y Alfonso II lo designó obispo, contra su voluntad y renunció al episcopado para volver a retirarse. Gerardo (†940) era monje en Ainay y siendo obispo de Maçon dimitió pues prefería la vida solitaria en la selva de Brou donde erigió un priorato. Alberto Magno (†1280 con 74 años) dominico, arzobispo de Ratisbona que a los 2 años dimitió para seguir en lo suyo: la enseñanza.

Jorge M. Bergoglio sintoniza con el “poverelo” en ser elegido para reparar la Iglesia y en su modo de vivir la pobreza cristiana con gestos concretos, tocantes y sonantes y también en su amor misericordioso no solamente con los más necesitados, l@s pobres, l@s desechad@s, l@s maltratad@s, sino el amor a la creación entera, al universo que es obra de Dios Creador. Así lo deja escrito en su encíclica “Alabado sea” (Laudato si, LSi) de mayo 2015 llamada “encíclica verde” por su contenido ecológico:

El cardenal Gualtiero Bassetti, arzobispo de Perugia y Presidente de la CEI (Conferencia episcopal italiana) en un encuentro manifestó que "Una nueva historia se ha iniciado para la Iglesia y para el papado. Porque en mi opinión de esto se trata: este pontificado no es un simple paréntesis histórico, sino que marca un paso excepcional de época".

Pobres de Yahvé , los anawin en hebreo, eran los que esperaban todo y solo de Dios y en la Biblia los pobres son siempre referencia a los humildes. Desgraciadamente, como la pobreza cristiana no es fácil de entender, no han faltado quienes han hecho un reduccionismo existencial y la limitan a la pobreza física y material como las sectas de los esenios, los encratitas, los apostólicos, etc.

Francisco recordaba que si se quita la pobreza del Evangelio, no se entiende a Jesús y no es justo llamar “comunistas” a los obispos y curas que hablan de los pobres (homilía matutina, 16-VI-2015).

Desde el siglo XIX –escribió Benedicto XVI- se objeta contra la Iglesia (…) Las obras de caridad –la limosna- serían en realidad un modo para que los ricos eludan la instauración de la justicia y acallen su conciencia, conservando su propia posición social y despojando a los pobres de sus derechos” (Deus caritas est, 26).

Cómo se entiende que Francisco clame: ¡cómo me gustaría una Iglesia pobre para los pobres! San Juan de Ribera (+1611 con 80 años), siendo obispo de Badajoz, por tres veces vendió todo su ajuar y muebles familiares para dar de comer a los pobres. De estos ejemplos hay unos cuantos cientos a lo largo de los XX siglos de cristianismo pero, por ahora, son versos sueltos.

Juan Pablo II escribió que “Si verdaderamente hemos partido de la contemplación del rostro de Cristo, tenemos que saberlo descubrir sobre todo en el rostro de aquellos con los que él mismo ha querido identificarse” (NMI, 49). 

Agustín de Hipona (+430) predicaba: “no apegarse a lo que uno posee es más digno de admiración que no poseer nada en absoluto”. Paulino de Nola (+431) afirmaba que “hay más valor en despreciar lo que se tiene que en no tener lo que se desprecia”.

Decía San Ambrosio: "Aquel que envió sin oro a los Apóstoles (cf. Mt 10, 9) fundó también la Iglesia sin oro. La Iglesia posee oro no para tenerlo guardado, sino para distribuirlo y socorrer a los necesitados (…) ¿No es mejor que, si no hay otros recursos, los sacerdotes fundan el oro para sustento de los pobres (…) nos dirá el Señor: `¿Por qué habéis tolerado que tantos pobres murieran de hambre, cuando poseíais oro con el que procurar su alimento?

Santo Domingo de Guzmán se desprendió de todos sus bienes, de su cabalgadura y sus ricos ropajes, y anduvo a pie, pobre y descalzo, por los caminos del Sureste francés. Son claras llamadas de atención para recordar algo importantísimo, esencial aunque no se le tiene que imitar obligatoriamente en esas materialidades pues la virtud de la pobreza es para ricos y pobres..

En boca de Cristo seguimos escuchando: Bienaventurados los pobres de espíritu… El Hijo del hombre no tiene dónde reclinar su cabeza…
Venid, benditos de mi Padre (…) porque tuve hambre y me disteis de comer; tuve sed y me disteis de beber (…) estaba desnudo y me vestisteis… Solo pueden dar de comer, dar de beber, dar vestido al desnudo, etc. quien posea para dar.

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