sábado, 12 de enero de 2019

EL BAUTISMO DE JESÚS EN EL JORDÁN

Cada bautizad@, otro “cristo”

En un bautismo general –cuenta Lucas-, Jesús también se bautizó (Lc 3, 15). Así de sencillo, de simple, sin extras, sin pompa ni despliegue de fuerzas del orden público y guardando su turno, como uno más pues no se avergüenza de estar entre los pecadores, como un pecador porque nos quiere quitar el miedo a reconocernos pecadores.

Ya san Pablo explicaba en su carta a los filipenses, que Jesús, “siendo de condición divina, no hizo alarde de ser Dios, sino que se anonadó a si mismo tomando la forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres; y, mostrándose igual que los demás hombres, se humilló a si mismo haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Phil 2, 3-8).

La ONU designó a la orilla oriental del río Jordán, Jordania, donde pudo ser bautizado Jesús, en vez de la pretendida localización israelí de Qasr al-Yehud en la orilla occidental. El lugar asignado es la Betania del otro lado del Jordán donde bautizaba Juan bautista (Jn 1, 28) y no la de Lázaro, María y Marta que está lejos del río y cerca de Jerusalén. 

Jesús, que estaría en la década de los 30 años de su vida, todavía no parecía tener los 50 le dijeron algunos, acudió al Jordán a ser bautizado con agua por el Bautista y entonces se produjo una teofanía (manifestación) pública de la Santísima Trinidad. Del Padre se oye su voz desde el cielo: Tú eres mi Hijo, el amado, el predilecto (Lc 3, 21-22). El Hijo está dentro del Jordán bautizado por Juan y el Espíritu Santo, que se hace presente en forma de paloma, le unge (no materialmente con aceite) y por eso se le llama Cristo: cristós, en griego ungido.

El mismo Lucas en los Hechos de los apóstoles vuelve a recordar la acción del Espíritu Santo y escribe: “Conocéis lo que sucedió en el país de los judíos, cuando Juan predicaba el bautismo (…) Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo” (Act 10, 34-38).

El papa Francisco ha hecho unas cuantas catequesis de los miércoles (del 11-abril- al 16-mayo de 2018) sobre el Bautismo y recordó que este sacramento “nos sumerge en la muerte y resurrección del Señor, ahogando en la pila bautismal al hombre viejo, dominado por el pecado que separa de Dios y dando vida al hombre nuevo, recreado en Jesús”. En la catequesis de 8 enero 2019 ha recordado que, aprovechando la fiesta del bautismo de Jesús, redescubramos la gracia que este sacramento concede a quien lo recibe.

Dice san Pablo que cada cristian@ ha de ser otro “cristo” y Juan Pablo II, en la Carta ap sobre el Rosario, escribía que “La efusión del Espíritu en el Bautismo une al creyente como el sarmiento a la vid, que es Cristo (cf Jn 15, 5) (…) A esta unidad inicial, sin embargo, ha de corresponder un camino de adhesión creciente a Él, que oriente cada vez más el comportamiento del discípulo según la 'lógica' de Cristo”.

Bautismo por inmersión de adultos
Antes, en la Carta ap Tertio milenio adveniente (XI-1994), dentro de los planes de preparación inmediata para celebrar el Gran Jubileo del 2000 entre 1997 y 1999, pedía que el esfuerzo de actualización sacramental conllevara  el redescubrir el Bautismo como fundamento de la existencia cristiana (…) el fundamento de la comunión entre todos los cristianos (cf TMA, 41).

En la encíclica “La misión del Redentor” (Redemptoris missio) también el Papa polaco recordaba que “La misión es de todo el pueblo de Dios, es tarea de todos los fieles. La participación de los laicos en la expansión de la fe aparece claramente, desde los primeros tiempos del cristianismo, por obra de los fieles y familias (…) En virtud del bautismo, todos los cristianos son corresponsables de la actividad misionera, mediante la unión personal con Cristo”.

Ya sugirió Juan Pablo II que es bueno celebrar el cumpleaños del bautismo y también Francisco vuelve a lo mismo pidiendo que “todos tenemos que saber la fecha de nuestro bautismo. Es otro cumpleaños: el cumpleaños del renacimiento”. En la catequesis anterior al domingo del bautismo de Jesús (190108) Francisco volvió una vez más a recordarlo.

Hacemos memoria de nuestro bautismo en el rito penitencial de la aspersión con el agua bendita –decía el Papa argentino- que se puede hacer el domingo al inicio de la misa, como también en la renovación de las promesas bautismales durante la Vigilia Pascual.

Parece que el bautismo empezó en Egipto para honrar a la diosa Isis y era una fiesta popular. Los mayas lo hacían para alejar el mal y se bautizaba a los 3 años de edad y el sacerdote decidía su futuro oficio. Los budistas no bautizan como tampoco el Islam ni el hinduismo (por la reencarnación) pero éstos tienen 7 ríos sagrados para purificarse. El sintoísmo purifica con agua para restablecer el orden y el equilibrio entre la naturaleza, los hombres y los dioses.

Entre los judíos de antes de Cristo se bautizaba por inmersión solo a los varones y se hacía como purificación espiritual. Según las excavaciones arqueológicas en el templo de Jerusalén había casi cien piscinas para uso de los sacerdotes aunque la purificación con agua (abluciones) podía hacerse de tres maneras: con inmersión completa del cuerpo o solamente lavarse las manos o los pies. Moisés, Aarón y sus hijos se lavaron las manos y los pies; siempre que entraban en la Tienda del Encuentro y siempre que se acercaban al altar, se lavaban, como Yahveh había mandado a Moisés (Ex 40, 31-32).

Los bautismos de Juan no eran algo nuevo pero sí era nuevo, sorprendente el que dijera a la gente que detrás suyo venía uno que bautizaría con fuego y en el Espíritu Santo (Mt 3, 11) y no con agua también.

El papa Higinio (+142) que se conmemora cada 11 de enero, fue el 8º Papa, ateniense, y quien impuso el padrino y la madrina para los recién nacidos.

El Papa rezando donde se dice que fue bautizado Jesús
¿Es necesario el bautismo?, preguntaba Francisco en una catequesis sobre los sacramentos en enero de 2014, en voz alta sin esperar –claro está- respuestas concretas y siguió preguntándose ¿es solo un simple rito para dar nombre a la criatura? (…) no es una formalidad. Es un acto que toca en profundidad nuestra existencia.

En otra ocasión Francisco explicaba que “el bautismo (…) implica una respuesta personal y no prestada, con un ‘copiar y pegar’. A veces pensamos: somos cristianos: hemos recibido el bautismo, nos hemos confirmado, hemos hecho la 1ª comunión… y así el carnet de identidad está bien. Y ahora, dormimos tranquilos: somos cristianos. Cuando hacemos esto, la Iglesia se convierte en Iglesia niñera, que cuida al niño para que se duerma. Es una Iglesia adormecida(AudGral IV-2018).

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