Cada bautizad@, otro “cristo”
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Ya san Pablo explicaba en su
carta a los filipenses, que Jesús, “siendo
de condición divina, no hizo alarde de ser Dios, sino que se anonadó a si mismo
tomando la forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres; y, mostrándose
igual que los demás hombres, se humilló a si mismo haciéndose obediente hasta
la muerte, y muerte de cruz” (Phil 2, 3-8).
La ONU designó a la orilla
oriental del río Jordán, Jordania, donde pudo ser bautizado Jesús, en vez de la pretendida localización israelí
de Qasr al-Yehud en la orilla occidental. El lugar asignado es la Betania del
otro lado del Jordán donde bautizaba Juan bautista (Jn 1, 28) y no la de
Lázaro, María y Marta que está lejos del río y cerca de Jerusalén.
Jesús, que estaría en la década de los 30 años de su vida, todavía no parecía tener los 50 le
dijeron algunos, acudió al Jordán a ser bautizado con agua por el
Bautista y entonces se produjo una teofanía (manifestación) pública de la Santísima Trinidad. Del
Padre se oye su voz desde el cielo: Tú eres mi Hijo, el amado, el predilecto (Lc
3, 21-22). El Hijo está dentro del Jordán bautizado por Juan y el Espíritu
Santo, que se hace presente en forma de paloma, le unge (no materialmente con
aceite) y por eso se le llama Cristo: cristós,
en griego ungido.
El mismo Lucas en los Hechos
de los apóstoles vuelve a recordar la acción del Espíritu Santo y escribe: “Conocéis lo que sucedió en el país de los
judíos, cuando Juan predicaba el bautismo (…) Me refiero a Jesús de Nazaret,
ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y
curando a los oprimidos por el diablo” (Act 10, 34-38).
El
papa Francisco ha hecho unas cuantas catequesis de los miércoles (del 11-abril-
al 16-mayo de 2018) sobre el Bautismo y recordó que este sacramento “nos sumerge
en la muerte y resurrección del Señor, ahogando en la pila bautismal al
hombre viejo, dominado por el pecado que separa de Dios y dando vida al hombre
nuevo, recreado en Jesús”. En la catequesis de 8 enero 2019 ha recordado que,
aprovechando la fiesta del bautismo de Jesús, redescubramos la gracia que este
sacramento concede a quien lo recibe.
Dice
san Pablo que cada cristian@ ha de ser otro “cristo” y Juan Pablo II,
en la Carta ap sobre el Rosario, escribía que “La efusión del Espíritu en el Bautismo une al creyente como el
sarmiento a la vid, que es Cristo (cf Jn 15, 5) (…) A esta unidad inicial, sin
embargo, ha de corresponder un camino de adhesión creciente a Él, que oriente
cada vez más el comportamiento del discípulo según la 'lógica' de Cristo”.
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Bautismo por inmersión de adultos |
Antes, en la Carta ap Tertio milenio adveniente (XI-1994),
dentro de los planes de preparación inmediata para celebrar el Gran Jubileo del
2000 entre 1997 y 1999, pedía que el
esfuerzo de actualización sacramental conllevara el redescubrir el Bautismo como fundamento de la existencia cristiana (…) el fundamento de la
comunión entre todos los cristianos (cf TMA, 41).
En la encíclica “La misión
del Redentor” (Redemptoris missio) también el Papa polaco recordaba que “La misión es de todo el pueblo de Dios, es
tarea de todos los fieles. La participación de los laicos en la expansión de la
fe aparece claramente, desde los primeros tiempos del cristianismo, por obra de
los fieles y familias (…) En virtud del bautismo, todos los cristianos son
corresponsables de la actividad misionera, mediante la unión personal con
Cristo”.
Ya
sugirió Juan Pablo II que es bueno celebrar el cumpleaños del bautismo y también
Francisco vuelve a lo mismo pidiendo que “todos
tenemos que saber la fecha de nuestro bautismo. Es otro cumpleaños: el
cumpleaños del renacimiento”. En la catequesis anterior al domingo del
bautismo de Jesús (190108) Francisco volvió una vez más a recordarlo.
Hacemos
memoria de nuestro bautismo en el rito penitencial de la aspersión con el agua bendita –decía el Papa argentino- que se
puede hacer el domingo al inicio de la misa, como también en la renovación de
las promesas bautismales durante la Vigilia Pascual.
Parece que el bautismo
empezó en Egipto para honrar a la
diosa Isis y era una fiesta popular. Los mayas
lo hacían para alejar el mal y se bautizaba a los 3 años de edad y el sacerdote
decidía su futuro oficio. Los budistas no
bautizan como tampoco el Islam ni el hinduismo (por la reencarnación) pero éstos tienen 7
ríos sagrados para purificarse. El sintoísmo
purifica con agua para restablecer el orden y el equilibrio entre la
naturaleza, los hombres y los dioses.
Entre los judíos de antes de Cristo se bautizaba por
inmersión solo a los varones y se hacía como purificación espiritual. Según las excavaciones arqueológicas en el templo de
Jerusalén había casi cien piscinas para uso de los sacerdotes aunque la purificación con agua (abluciones) podía hacerse de tres maneras: con inmersión completa del cuerpo o solamente lavarse las manos o los pies. Moisés, Aarón y sus hijos se lavaron las manos
y los pies; siempre que entraban en la Tienda del Encuentro y siempre que se
acercaban al altar, se lavaban, como Yahveh había mandado a Moisés (Ex 40,
31-32).
Los bautismos de Juan no
eran algo nuevo pero sí era nuevo, sorprendente el que dijera a la gente que
detrás suyo venía uno que bautizaría con fuego y en el Espíritu Santo (Mt
3, 11) y no con agua también.
El papa Higinio (+142) que
se conmemora cada 11 de enero, fue el 8º Papa, ateniense, y quien impuso el
padrino y la madrina para los recién nacidos.
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El Papa rezando donde se dice que fue bautizado Jesús |
¿Es necesario el bautismo?, preguntaba Francisco en una catequesis sobre los
sacramentos en enero de 2014, en voz alta sin esperar –claro está- respuestas
concretas y siguió preguntándose ¿es solo
un simple rito para dar nombre a la criatura? (…) no
es una formalidad. Es un acto que toca en profundidad nuestra existencia.
En
otra ocasión Francisco explicaba que “el
bautismo (…) implica una respuesta personal y no prestada, con un ‘copiar y
pegar’. A veces pensamos: somos cristianos: hemos
recibido el bautismo, nos hemos confirmado, hemos hecho la 1ª comunión… y así
el carnet de identidad está bien. Y ahora, dormimos tranquilos: somos
cristianos. Cuando hacemos esto, la Iglesia se convierte en Iglesia niñera, que
cuida al niño para que se duerma. Es una Iglesia adormecida” (AudGral
IV-2018).
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