El amor de Dios como el conyugal
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La boda en Caná –en mi
opinión opinable- puede ser de Simón el cananeo, hermano de Santiago ”el menor”,
Judas y José, los “hermanos” de Jesús, o sea primos si el padre de ellos es
Cleofás que para una tradición es hermano de san José ycon su mujer María cuñados. Así que esos 4 hermanos
son primos de Jesús. y estando por el lago de Tiberíades, le llegaría un
“guasap” para invitarle.
Cuando me entero del acontecimiento, la presencia de
María y de su hijo Jesús me hacen cavilar un rato. ¡Cristo
se autorrevela convirtiendo agua en 600 litros de vino bueno! ¿No pierde
el tiempo en una boda? ¿Jesús, el Redentor, en una fiesta? ¡No convierte el
vino en agua! Alarga la fiesta…
Como
ya profetizaba Isaías muchos siglos antes de Cristo, “la alegría que encuentra el marido con su esposa (y al revés) la encontrará tu Dios contigo (Is 62,
5). Así lo enseña el Señor en Caná y siempre.
El Concilio Vaticano II
recuerda que “para realizar una obra tan
grande, Cristo (...) asocia siempre consigo a su amadísima Esposa la Iglesia”
(Sacrosanctum concilium, 7). Por eso desde buen principio Jesús no está solo
sino que va con sus primeros cuatro discípulos que ha hecho correteando por el
lago de Tiberíades o de Genesaret. Andrés, Juan, Pedro y Santiago “el mayor”.
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Así como Cristo fue enviado por el Padre,
Él, a su vez, envió a los Apóstoles llenos del Espíritu Santo. No sólo los
envió a predicar el Evangelio a toda criatura sino también a realizar la obra
de salvación que proclamaban. Esa cooperación del hombre con Dios es tanto en
el nivel de la creación haciendo que los hijos vengan al mundo por la acción
del amor conyugal de los padres como a nivel de la redención por la tarea
apostólica de l@s bautizad@s.
El papa Francisco, en una homilía en sta Marta (10-II-2014)
explicaba que “aquí (en la Misa) no estamos de paseo turístico sino para
entrar en el misterio (…) «no es un buen
acto social y no es una reunión de creyentes para rezar juntos. Es otra cosa». “El mensaje
cristiano –deja escrito Benedicto XVI-
es «performativo». Es decir, el Evangelio no es solamente una
comunicación de realidades que se pueden saber, sino una comunicación que
comporta hechos y cambia la vida” (Spe
salvi, 2007, n. 2).
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El papa Siricio (384-399), el sucesor de san Dámaso, fue el primero
que decretó la continencia conyugal del
sacerdote casado antes de administrar los sacramentos porque el amor conyugal
es una guarrada. Solo Juan Damasceno predicaba el amor conyugal aunque haya que corregirle su tono machista pues subrayaba la conducta de
las esposas que no deben negarse pues en ese caso son las responsables de que
los maridos vayan a otras puertas.
San Hormisdas (514-23) fue Papa, casado y santo, y
su hijo también fue Papa, casado y santo, san Silverio (536-37). Juan Pablo II
aprobó el Canon 375 de la Iglesia Católica Oriental que honra al sacerdocio
casado y Benedicto XVI concedió el status jurídico de Ordinariato a los
anglicanos convertidos dando entrada a los curas y obispos exanglicanos y
casados.
Francisco
deja escrito que la Ex Ap postsinodal “La alegría del amor” ( Amoris laetitiae , AL) la entiende como
una propuesta para que estimule a valorar los dones del matrimonio y de la
familia, y a sostener un amor fuerte y lleno de valores (cf AL, 5). “Tenemos que ser humildes y realistas, para reconocer que a veces nuestro
modo de presentar las convicciones cristianas (…) ha ayudado a provocar lo que
hoy lamentamos, por lo cual nos corresponde una saludable reacción de
autocrítica. Por otra parte, con frecuencia presentamos el matrimonio de tal
manera que (…) quedó opacado por un acento casi excluyente en el deber de la
procreación” (AL,
36).
Y se sigue
leyendo en el documento que “muchas veces hemos actuado a la defensiva, y gastamos
las energías pastorales redoblando el ataque al mundo decadente (…) Muchos no
sienten que el mensaje de la Iglesia sobre el matrimonio y la familia haya sido
un claro reflejo de la predicación y de las actitudes de Jesús” (AL, 38).
El Papa argentino sigue las
enseñanzas de la Iglesia y lo que ya recogía por escrito BenedictoXVI en su
encíclica “Dios es amor” (Deus caritas est, DCE, 2005) donde toda la 1ª parte
versa sobre el amor humano y el amor divino: “El amor de Dios por nosotros es una cuestión fundamental para la vida y
plantea preguntas decisivas sobre quién es Dios y quiénes somos nosotros... El
término «amor» se ha convertido hoy en una de las palabras más utilizadas y
también de las que más se abusa, a la cual damos acepciones totalmente
diferentes. Aunque (…) no podemos hacer caso omiso del significado que tiene
este vocablo en las diversas culturas y en el lenguaje actual” (DCE, 2).
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Es
curioso saber que san Hugo Canefri (†1233 con 65 u 85 años pues se duda si
nació en 1148 ó el 68), de la Orden de san Juan del Hospital, hoy Orden de
Malta y entonces hospitalarios o sanjuanistas que participó en la 3ª cruzada;
capellán de la Encomienda del hospital en Génova. Su madre Valentina era
hermana del papa Inocencio IV. Entre otros milagros, con solo la señal de la
cruz sacó agua de una roca y hoy todavía está manando y otra vez convirtió agua
en vino como hizo Jesús en Caná.
Como a los criados de la casa
de Caná, María, Madre de Dios y Madre de la Iglesia, nos sigue diciendo a
diario y de mil maneras distintas: Haced
lo que él os diga.
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