¿De
pie, sentados, de rodillas…?
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| Esdras lee la Ley |
La
Palabra de Dios nos cuenta que Jesús, en la sinagoga, lee de pie el texto de
Isaías que le han entregado y devuelto enrollado el libro, se sentó para la
“homilía” (cf Lc 4, 14-21). Esdras, como cuenta Nehemías, “leyó (…) desde el alba hasta el mediodía, en presencia de los hombres,
las mujeres y todos los que tenían uso de razón (…) estaba de pie (…) y al abrirlo [el libro de la Ley], el pueblo entero se puso en pie” (Nehem
8, 2-10).
De
pie, sentados, de rodillas, postrados… son gestos corporales diversos, cada uno
con su significación propia.
Esdras (13 julio), profeta de Israel, era de estirpe sacerdotal y fue desterrado
a Babilonia siendo joven. Fue la principal autoridad hasta que llegó Nehemías.
Los judíos le llamaban el “príncipe de
los doctores de la ley”. En el año 7º de Artajerjes fue enviado a Jerusalén
para poner orden a la vuelta del exilio. Con mil quinientos judíos y varios
cientos de levitas y servidores del templo, subió a Jerusalén para la solemne
asamblea. Luego volvió a Persia.
Juan
Pablo II escribió que “la liturgia
cristiana ha nacido en continuidad con las palabras y gestos de Jesús y
desarrollando la herencia ritual del judaísmo … la sencillez de los gestos
contiene el abismo de la santidad de Dios” (Eclesia de Eucharistia, 48).
Benedicto XVI pidió aprovechar el Año
jubilar de la fe para «redescubrir los
contenidos de la fe profesada, celebrada, vivida y rezada, y reflexionar sobre
el mismo acto» (Carta Porta fídei,
n. 9).
Francisco de Sales, obispo de Ginebra, cofundador de las salesas (+1622 con
56 años) fue glosado por Benedicto recordando que enseñaba la llamada universal
a la santidad que es cosa de todo bautizado y por eso se anticipó a algunas
intuiciones del Vaticano II sobre los laicos. Invitaba a vivir en plenitud la
presencia de Dios en el mundo y los deberes del propio estado, lo que sonaba a
revolucionario. Además recordó que decía que “las almas se ganan con las rodillas”, rezando.
Jordán de Sajonia, beato, primer sucesor de santo Domingo (†1237 con 47 años), allí donde
predicaba, sacaba vocaciones por eso un papa dirá que “las vocaciones existen, lo que hay que hacer es cultivarlas”. En
una ocasión alguien le preguntó: ¿Cuál es
la posición mejor para rezar, sentado, arrodillado, de pie o postrado? Y
respondió: "La mejor posición para
rezar es aquella en la cual cada uno se siente mejor, con más fervor y con más
inclinación a rezar bien". Frase repetida textualmente por Pío XI, 700
años después.
El celo
por promover y reformar la Liturgia se considera, con razón, como un signo de
las disposiciones providenciales de Dios, como el paso del Espíritu Santo por
su Iglesia, también en nuestro tiempo.
Aprendiendo
de Jesús, comprendemos que la perfección no está en las apariencias ni en la
cantidad por eso el Espíritu Santo promovió el Concilio Vaticano II para
instaurar la necesaria reforma que simplificara los gestos, las rúbricas y
demás ingredientes litúrgicos. Con el paso del tiempo se amontonan cosas
innecesarias, algunas quedan escondidas bajo una buena capa de polvo,… por eso
se quiere volver a la simplicidad evangélica y desechar las complicaciones
barrocas acumuladas en los siglos, las duplicidades o triplicidades.
En una homilía
matutina en santa Marta (18-I-2016) el papa Francisco animaba a liberarse de los “hábitos” para dejar
espacio a las “sorpresas de Dios”. Siempre se ha hecho así".
Jesús ya se tropezó
con los inmovilistas, los quejicas fariseos que echaban en cara el que sus
discípulos no ayunaban, y abalaban su afirmación con la expresión "pero
siempre se hizo así, ¿por qué no hacen ayuno?" (cf Mc 2, 18-22).
En la misma homilía
en santa Marta, arriba citada, Francisco llamaba una vez más la atención ante la
actitud de los que dicen: "«Siempre
se ha hecho así» que en realidad proviene de «un corazón cerrado»." En cambio, Jesús nos dijo: «Voy a enviar al
Espíritu Santo y os llevará a la verdad completa». Por lo tanto, si usted tiene
el corazón cerrado a la novedad del Espíritu, nunca llegará a la verdad plena”.
El
Concilio Vaticano II en la Constitución Sacrosanctum Concilium (SC) sobre la
reforma litúrgica dice que “es necesario
despertar en nosotros la conciencia del papel decisivo que desempeña el
Espíritu Santo en el desarrollo de la forma litúrgica y en la profundización de
los divinos misterios” (SC 12).
Juan
Pablo II, al estrenarse el tercer milenio escribió que “la inagotable profundización teológica de la verdad cristiana ayuda a entender
cada vez mejor que el cristiano no puede encerrarse en el templo; debe estar
abierto al mundo dialogando con las filosofías, culturas y religiones (Novo
milenio ineunte, 56). Esa abertura es mental y del corazón y ha de ser la
correcta actitud en cualquier circunstancia de la vida.
Su
sucesor, el emérito Benedicto XVI a su vez escribía que “la XI Asamblea Sínodo de los Obispos, octubre de 2005, ha constatado y
reafirmado el influjo benéfico que ha tenido para la vida de la Iglesia la
reforma litúrgica puesta en marcha a partir del Concilio Ecuménico Vaticano II (…)
y la validez de la renovación litúrgica, la cual tiene aún riquezas no
descubiertas del todo”.
En su primera encíclica, Francisco deja escrito que “en su constante discernimiento, la Iglesia
también puede llegar a reconocer costumbres propias no directamente ligadas al
núcleo del Evangelio (…) No tengamos miedo de revisarlas (…) que ya no tienen
la misma fuerza educativa como cauces de vida” (EvG, 43).
Reconocer costumbres no ligadas al Evangelio, poner en marcha la
reforma litúrgica, la profundización teológica de la verdad cristiana y tantas
frases más que vienen diciendo los papas lleva, entre otras muchas
conclusiones, a ver la necesidad de seguir reformando la celebración de la
Eucaristía. La teología enseña que todos los fieles, laicos y clérigos, por el
bautismo, no solo el sacerdote celebrante, son otros Cristo y por eso rezan,
obran “in persona Christi” también cuando trabajan, descansan, duermen, comen…
Por eso el 90% de la Plegaria eucarística la tendrían que rezar
todos los asistentes, incluidas incluso y sin problema alguno las mismas
palabras de la consagración. Es un atropello grave de los derechos humanos
religiosos que los laicos solamente digan “amén” o contesten tres o cuatro
aclamaciones para presumir de que se les deja participar activamente.
Benedicto XVI comentaba en una
ocasión que «la
liturgia, vivida en su verdadero espíritu, es siempre la escuela fundamental
para vivir la fe cristiana (…) para convertiros en piedras vivas (…) y en
colaboradores de la nueva evangelización» (Primeras Vísperas de Adviento, 1-XII-2012).
El
Papa polaco Wojtyla, en la Carta apostólica al estrenarse en nuevo milenio ha
escrito que “en el siglo XX,
especialmente a partir del Concilio, la comunidad cristiana ha ganado mucho en
el modo de celebrar sobre todo la Eucaristía. Es preciso insistir en este
sentido” (NMI 35). Insistir y seguir arreglando, mejorando, perfeccionando,
limpiando, desechando…

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