Iahvé y Jesús
dicen lo contrario que nosotros
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A veces es
malo llevar la contraria pero otras es lo mejor. A Cristo le pasó lo mismo y
después de su marcha al cielo con su cuerpo glorioso y resucitado hay que
seguir haciendo lo mismo, las dos cosas. Dios también suele llevar la contraria a nuestros pensamientos o acciones así que no es nada malo en sí misma la contra.
Dijo Iahvé al hombre recién creado
y puesto en el paraíso terrenal, macho y hembra los hizo: «Sed fecundos y multiplicaos
y henchid la tierra (Gen 1, 28)
y otro pasaje dice que se dijo Iahvé a sí mismo que “no es bueno que el hombre esté
solo. Voy
a hacerle una ayuda adecuada” (Gen 2, 18). Pero
con el paso del tiempo se empezó a llevarle la contraria pues, por ejemplo, el
papa Siricio (384-399), el
sucesor de san Dámaso, que fue el primero que adoptó el título de Papa del griego "Padre", decretó la continencia conyugal
del sacerdote casado antes de administrar los sacramentos. Era un comienzo de
negación de esta divina realidad del sed fecundos y multiplicaos y que llevó a san Ambrosio y a san Gregorio
Magno a afirmar que el acto conyugal es intrínsecamente malo pero hay que
tolerarlo para que haya descendencia.
Se comenzaba a llevar la contraria al mensaje
del Creador y de Jesús con la obligatoriedad ya que, como sus discípulos le dijesen “no trae cuenta casarse”, les respondió: No todos son
capaces de entender esta doctrina, sino aquellos a quienes se les ha concedido (Mt
19, 10-11). Pero la ley humana obliga a todos sean o no capaces.
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Repetidas veces Dios revela que
nos quiere con un amor divino pero lo iguala al
amor humano conyugal. Dice el profeta Isaías "Como se goza el esposo con su esposa, así tu
Dios se gozará contigo [Jerusalén]" (Is 62, 5). En Oseas se lee: "Aquel
día me llamarás ‘mi marido' y no me llamarás ‘mi propietario'. Te desposaré
conmigo para siempre, te desposaré en amor y ternura" (Os 2,
18.21).
En la última cena Jesús instituye la Eucaristía que no todo
el mundo llama así sino Misa, que no se sabe de dónde viene esa palabra ni qué
significa, como explicó Benedicto XVI y por eso cambió el despido final que ya
no es ite missa est pues nadie, ni
hoy ni entonces, entendía qué se decía. En la última cena comulgaron todos los
asistentes pero durante siglos se prohibió comulgar sin guardar ayuno desde las
12 h de la noche pues, además, la cena es, ha sido y será siempre por las
noches pero las misas se celebraban por las mañanas y no existían misas
vespertinas.
Fue el “revolucionario” Pío XII quien decretó las misas
vespertinas para los sábados, válidas para el cumplimiento del precepto
dominical y fue quien cambió el ayuno eucarístico dejándolo para 3 horas antes
de comulgar. Ahora solo está para una hora antes.
En
la última cena en el cenáculo, Jesús dice Tomad y bebed… y hacía siglos que se
había prohibido y quien lo reivindicó, el checo Juan Hus, fue enviado a la
hoguera por hereje. En Cafarnaúm, después
de la multiplicación de panes para que comiera la muchedumbre de cinco mil,
Jesús les dijo: En verdad, en verdad os digo que si no coméis la carne
del Hijo del Hombre y no bebéis su sangre, no tendréis vida en vosotros. El que
come mi carne y bebe mi sangre (…) mi sangre verdadera bebida (Jn 6, 53-55).
No
llaméis a nadie “padre” pues uno solo es vuestro Padre celestial dijo Jesús y no os hagáis llamar Rabí, porque
sólo uno es vuestro Maestro y todos vosotros sois hermanos (cf Mt 23,
8-9) pero también aquí se le lleva a contraria osando llamar “santo padre” al
obispo de Roma y llamar “padre” a cualquier religioso o sacerdote secular. Solo
los de abajo son hermanos, los de arriba son padres o señores.
Eso lo decía Jesús
mientras abundaba en más detalles a cuidar: Atan cargas pesadas e
insoportables (…) Hacen todas sus obras para ser vistos (…) ensanchan sus filacterias
y alargan sus franjas. Apetecen los primeros puestos en los banquetes, los primeros
asientos en las sinagogas y los saludos en las plazas, y que la gente les llame
Rabí (Mt 23, 4-7). No parece que Jesús desconociera los protocolos más
excelentes habidos o por haber.
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Para la conducta auténticamente
cristiana, o sea al estilo de Cristo, él mismo nos enseñó: Pero a
vosotros que me escucháis os digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los
que os odian; bendecid a los que os maldicen y rogad por los que os calumnian.
Al que te hiere en la mejilla preséntale también la otra, y al que te quite el
manto no le niegues tampoco la túnica. Da a todo el que te pida, y al que toma
lo tuyo no se lo reclames (Lc 6, 27-30). Nanai, que “si quieres arroz
Catalina”, pues Templarios, Inquisición, guerras de religión que han dejado
ensangrentada la cristiana Europa medieval, etc. Es como si dijeran con los
hechos que Jesús es interesante pero no se enteraba.
En una
ocasión les dijo: No llevéis nada para el camino, ni bastón, ni alforja,
ni pan, ni dinero, ni tengáis dos túnicas (Lc 9, 3 y 10, 4 y Mt 10, 9-10) pero algunos
afirman que eso solo era para un momento concreto de sus discípulos, allí y
entonces. No debe tenerse en cuenta hoy y ahora, aquí, para mí.
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Entonces
Juan dijo: Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre, y
se lo hemos prohibido, porque no viene con nosotros. Y Jesús le dijo: No
se lo prohibáis: pues el que no está contra vosotros, está con vosotros (Lc 9, 49-50). A
algunos les parece un avance hacia la perfección encarcelar, tapar la boca o
quemarlo en una hoguera a quien no viene con nosotros y por eso el ecumenismo
no ha existido durante 10 siglos con los ortodoxos y 5 siglos con los de la
Reforma luterana.
En otra página del
Evangelio se lee la parábola del trigo y la cizaña. ¿Quieres que vayamos
y la arranquemos? Pero él les respondió: No, no sea que, al arrancar la cizaña,
arranquéis junto con ella el trigo. Dejad que crezcan ambas hasta la siega (Mt
13, 26-30). La conducta de hombres de Iglesia deja mucho que desear pues hacen
lo contrario a lo que enseña Jesús.
El
Reino de los Cielos es semejante a la levadura que toma una mujer y mezcla con
tres medidas de harina, hasta que todo fermenta (Mt 13, 33) o sea que se da a entender que eso de las grandes cifras no
es evangélico. El pueblo de Dios es un pequeño rebaño y así recientemente
empezó a recordarlo Benedicto XVI.
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Francisco de Sales, obispo de Ginebra, cofundador de las salesas (†1622 con 56 años) de quien Benedicto
XVI recordó que enseñaba la llamada universal a la santidad que es cosa de todo
bautizado y que anticipó algunas intuiciones del Vaticano II sobre los laicos.
Invitaba a vivir en plenitud la presencia de Dios en el mundo y los deberes del
propio estado, lo que sonaba a revolucionario. Lo recoge el Concilio Vaticano
II y después de más de medio siglo, suena a raro, a progre, a despropósito… y
no se sabe qué es un laico
Pedro Poveda Castroverde (†1936 con 62 años), sacerdote mártir que fundó la Institución
Teresiana que abrió nuevos caminos mediante una propuesta pedagógica con
la participación de los laicos, de modo especial la mujer.
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