Al servei
de l'home

En la vida humana el dinero no es todo pero es necesario y la
ciencia económica debe servir para cubrir en cada ser humano lo que exige su
dignidad y debe servir también a la humanidad entera, en cada uno de los continentes,
países, pueblos, tribus y familias. Francisco, siguiendo el magisterio
de sus antecesores, con ocasión o sin ella ha manifestado la importancia y la
trascendencia de la sana economía.

“La crisi mundial, que afecta les finances i
l’economia, posa de manifest els seus desequilibris i, sobr tot, la greu manca
de la seva orientació antropològica que redueix a l’esser humà a una sola de les
seves necessitats: el consum” (EG, 55).
En l’Encíclica ecológica “Alabado sea” (Laudato si, LS, 2015) “verde” dedica el apdo IV del capítulo 5º y dice: “La política no debe someterse a la economía y ésta no debe someterse a los dictámenes y al paradigma eficientista de la tecnocracia (…) la economía real (…) hace posible que se diversifique y mejore la producción, que las empresas funcionen adecuadamente, que las pequeñas y medianas empresas se desarrollen y creen empleo” (LS, 189). “El principio de maximización de la ganancia (…) es una distorsión conceptual de la economía” (LS, 195).
También
-lógicamente- Benedicto XVI le dedicó al tema la atención necesaria y dejó
escritas varias páginas en su Encíclica (3ª) “Caridad en la verdad” (Caritas in veritate, CinV, 2009) en la
que afirma que “la exigencia de la
economía de ser autónoma, de no estar sujeta a «injerencias» de carácter moral,
ha llevado al hombre a abusar de los instrumentos económicos incluso de manera
destructiva. Con el pasar del tiempo, estas posturas han desembocado en
sistemas económicos, sociales y políticos que han tiranizado la libertad de la
persona y de los organismos sociales y que, precisamente por eso, no han sido
capaces de asegurar la justicia que prometían” (CinV, 34).

Cómo
no, Juan Pablo II, durante tantos años de pontificado, dijo muchas cosas sobre
la Economía o repitió “mil veces” las 2 ó 3 ideas verdaderas al respecto que
recuerdan las exigencias inconmovibles del Evangelio. En la Encíclica “La
misión del Redentor” (Redemptoris missio, 1990) escribía que para l@s laic@s,
la inmensa mayoría de cristian@s, tal como ha recordado el Concilia Vaticano
II, su “campo propio... es el mundo vasto
y complejo de la política, de lo social, de la economía (…) a nivel local,
nacional e internacional. En virtud del bautismo, todos los cristianos son
corresponsables de la actividad misionera, mediante la unión personal con Cristo”.
En l’Encíclica social “La sol.licitud pel social” (Sollicitudo rei
socialis, SRS, 1987) deixa
escrit que “L’Esglesia no proposa sistemes o programes econòmics i polítics,
ni manifesta preferències por uns o per altres, sempre que la dignitat de l’home
sigui degudament respectada i promoguda” (SRS, 41).
En la encíclica social “A los cien años” (Centesimus
annus, CA, 1991), en el centenario de la primera y famosa encíclica
social Rerum novarum de León XIII,
recordaba que “No
es malo el deseo de vivir mejor, pero es equivocado el estilo de vida que se
presume como mejor, cuando está orientado a tener y no a ser, y que quiere
tener más no para ser más, sino para consumir la existencia en un goce que se
propone como fin en sí mismo” (CA,
36).

En
una tercera encíclica social, “El ejercicio del trabajo” (Laborens exercens, LEx,
1981) escribía que “en la época moderna
aparece la amenaza del pensamiento materialista y economicista para quien el
trabajo era sólo mercancía que el obrero vende al empresario, el poseedor del
capital o sea de los instrumentos y medios de producción (…) El error del
capitalismo primitivo puede repetirse dondequiera que el hombre sea tratado
como instrumento” (LEx, 7).
Durant
la seva visita a Cuba en 1998, el Papa polac va declarar que s’está "presenciant el ressorgiment de cert capitalism
neoliberal que subordina la persona humana a les forces cegues de l’mercat".
Cuando
el Papa Wojtyla recibió a miembros de la Asociación Europea de Fabricantes de
Automóviles en 2001, pidió "un
discernimiento ético destinado a proteger el medio ambiente y a promover el
pleno desarrollo humano de millones de hombres y mujeres, de forma tal que se
respete la dignidad de cada individuo y se busque espacio para la creatividad
personal en el puesto de trabajo".
Ya
en su primera Encíclica “El Redentor del hombre” (Redemptor hominis, RH, 1979), a los pocos meses de elegido obispo
de Roma y Sucesor de Pedro, escribía que “El
hombre (…) no puede hacerse esclavo de las cosas, de los sistemas económicos,
de la producción y de sus propios productos. Una civilización materialista
condena al hombre a tal esclavitud (…) La amplitud del fenómeno pone en tela de
juicio las estructuras y los mecanismos financieros, monetarios, productivos y
comerciales que rigen la Economía mundial. Nos encontramos ante un drama que no
puede dejarnos indiferentes: el sujeto que sufre los daños y las injurias es
siempre el hombre” (RH, 16).

El
seu successor, sant Pau VI, en la seva encíclica “El progrés dels pobles”
(Populorum progressio, PP, 1967), també ja deia que “amb les noves condicions creades en la societat, en mala hora s’ha
estructurat un sistema en que el profit es considerava com el motor essencial
de l’progrés econòmic (…) Aquest liberalisme sense fre conduïa a la dictadura
(…) generadora de l’imperialisme internacional de els diners. Mai es condemnaràn
prou semblants abusos, recordant una vagada més solemnement que l’Economia es
troba al servei de l’home.
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