domingo, 25 de agosto de 2019

VENGO A REUNIR A TODAS LAS NACIONES Y LENGUAS

Vendrán de Oriente y de Occidente 
y del Norte y del Sur



Yo vengo a reunir a todas las naciones y lenguas (…) enviaré de ellos algunos a las naciones (…) a las islas remotas (…) Y traerán a todos (…) de todas las naciones (Isaías 66, 18-21).

Y también el tercer texto de la Liturgia de la Palabra de este domingo XXI (C) del TO repite la idea con una anécdota de la vida de Jesús. Recorría ciudades y aldeas enseñando, mientras caminaba hacia Jerusalén (…) Y vendrán de Oriente y de Occidente y del Norte y del Sur y se sentarán a la mesa en el Reino de Dios. (Lucas 13, 22.29).

Sabemos que Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad pero aunque seguramente no será el 100% ya que no la regala pues respeta la libertad personal y la correspondiente responsabilidad. Si se afirmara que la salvación se tiene asegurada sin merecerla, es automática y que no depende de ninguna circunstancia, entonces se negaría que el ser humano es libre, lo cual es tremendo ya que en eso consiste el ser imagen y semejante a Dios.

No basta saber en teoría que Dios quiere que todos los hombres se salven, y no es simple frase bonita, buen titular de prensa. No siempre se ha vivido en esa verdad pues se tenía conciencia de que se salvan unos pocos. El chiste de las ancianas beatas que comentando la idea de la renovación que proponía el Concilio, se mofaban afirmando que “nos salvaremos los mismos de siempre”.

Escribió Juan Pablo II que “Precisamente de esta conciencia contemporánea de la Iglesia, Pablo VI hizo el tema primero de su fundamental Encíclica que comienza con las palabras Ecclesiam suam (…) Iluminada y sostenida por el Espíritu Santo, la Iglesia tiene una conciencia cada vez más profunda sea respecto de su misterio divino, sea respecto de su misión humana” (Redemptor hominis, 3). Lo de “cada vez más profunda” es una estocada al inmovilismo reinante.

La Asamblea Conciliar del Vaticano II ha ampliado o completado la anterior visión para evitar el peligro de un reduccionismo y ha profundizado en su santidad, en su apostolicidad, en su unidad y en su catolicidad que la dispone para llevar a cabo con exquisita fidelidad al Evangelio la colosal misión de llevar el mensaje de Cristo a todas las gentes.

De esta concepción más plena brotan los nuevos enfoques de la acción de la Iglesia, de todo el Pueblo de Dios para que se haga cada día mejor la inculturación de la fe y la evangelización de las culturas. El reino que predica la Iglesia, el Pueblo de Dios, con palabras y con hechos, “fomenta y asume, purifica, fortalece y eleva todas las capacidades y riquezas y costumbres de los pueblos (...) El Evangelio no lleva al empobrecimiento o desaparición de todo lo que cada hombre, pueblo o nación, y cada cultura en la historia, reconocen y realizan como bien, verdad y belleza” (Juan Pablo II (2-VI-1985), Enc. Slovarum Apostolorum., 17-19).

La apertura de ventanas y puertas de la Iglesia querida por Juan XXIII y sancionada por el Vaticano II es un programa de acción eclesial en el tercer milenio, saliendo al mundo en busca del hombre, tal como señala el mandato de Cristo del “id y predicad a todas las gentes”. Ahora Francisco lo llama “Iglesia en salida” que es lo mismo.

La Iglesia quiere ser fiel a su Señor y no quiere seguir encerrada para no contaminarse como ocurrió en los cuatro últimos siglos del segundo milenio. Juan XXIII hizo el gesto muy significativo de abrir la ventana del despacho donde, recién elegido Sucesor de Pedro, le preguntaron más o menos: ahora, ¿qué vamos a hacer?

La Iglesia, todo el Pueblo de Dios, quiere volver a salir a buscar al hombre, esté donde esté, haga lo que haga. Quiere ir a por la oveja perdida, dejando las 99 a salvo en el redil. Ir a por Zaqueo e invitarse a su casa. Ir a por la samaritana acercándose al pozo de Sicar y poder quedarse en ese pueblo unos días. Quiere no rehuir la invitación de publicanos ni el contacto con los pecadores, ni con Pilato ni con el centurión de Cafarnaúm. Es, como hizo Cristo, corretear por todos los caminos de la tierra para buscar a los espiritualmente ciegos, cojos, paralíticos, leprosos…, a todos los hombres de buena voluntad que están ansiosamente esperando oír la Palabra de Dios.

El primer Papa, san Pedro, pedía estar “siempre prontos para dar razón de vuestra esperanza a todo el que os la pidiere” (1Pt 3, 15), porque es también la suya. Y lo decía a l@s primer@s cristian@s, no solamente a los clérigos, frailes y monjas o a l@s llamad@s actualmente “cristian@s comprometid@s”.

Como sugería Juan Pablo II, se necesita una mirada de fe a las luces y sombras, a cosas bien hechas y a errores de los hombres creyentes y no creyentes para poder hacer un serio examen de conciencia y poder así vivir ilusionados y esperanzados en no volver a cometerlos, con la gracia de Dios. “La humanidad, alcanzando esta meta (el año 2.000), se echará a la espalda no sólo un siglo, sino un milenio. Es bueno que la Iglesia dé este paso con la clara conciencia de lo que ha vivido en el curso de los últimos diez siglos. No puede atravesar el umbral del nuevo milenio sin animar a sus hijos a purificarse, en el arrepentimiento, de errores, infidelidades, incoherencias y lentitudes. Reconocer los fracasos de ayer es un acto de lealtad y de valentía que nos ayuda a reforzar nuestra fe, haciéndonos capaces y dispuestos para afrontar las tentaciones y las dificultades de hoy” (TMA, 33).

Francisco viene repitiendo el Evangelio de una manera u otra diciendo también que “la evangelización obedece al mandato misionero de Jesús” (EvG, 19) y fiel al modelo del Maestro, es vital que hoy la Iglesia salga a anunciar el Evangelio a todos, en todos los lugares, en todas las ocasiones, sin demoras, sin asco y sin miedo. La alegría del Evangelio es para todo el pueblo, no puede excluir a nadie” (EvG, 23).

Miting de 2018
Del 18 al 24 de este agosto, en la población italiana de Rímini, tiene lugar la 40ª edición del «Encuentro de la Amistad entre los Pueblos», pues se celebra anualmente desde 1980. Está convocado por “Comunión y Liberación” (CL) por una experiencia, originada en el deseo de descubrir la belleza de la realidad. En este 2019 asistían 10 mil a la Misa de inauguración con casi un millar de líderes religiosos de un centenar de países.

Simultáneamente en la alemana Lindau ha tenido lugar la «X Asamblea Mundial de Religiones por la Paz» en la que católicos, musulmanes, judíos, budistas o de otras religiones han afirmado que la mujer no se le ve tanto como se debería en las religiones pero están esperanzados de que esto pronto pueda cambiar. Y acaban de elegir a Azza Karam, una mujer neerlandesa y musulmana experta de la ONU en temas de religión y desarrollo como su nueva secretaria general, sustituyendo al católico estadounidense William F. Vendley, secretario general desde 1994.

En la Ex ap Gaudete et exultate (19-III-2018, GEx), Francisco recuerda también que “el gnosticismo supone una fe encerrada en el subjetivismo (cf GEx, 36). “Absolutizan sus propias teorías y obligan a los demás a someterse a los razonamientos que ellos usan” (GEx, 39). “En el fondo solo confían en sus propias fuerzas y se sienten superiores a otros por cumplir determinadas normas o por ser inquebrantablemente fieles a cierto estilo católico [Evangelii gaudium, 94]” (GEx, 49).


Todavía hay cristianos que se empeñan en (…) la justificación por las propias fuerzas, el de la adoración de la voluntad humana (…) Se manifiesta en (…) la obsesión por la ley, la fascinación por mostrar conquistas sociales y políticas (…) el embeleso por las dinámicas de autoayuda y de realización autorreferencial [Evangelii gaudium, 95]” (GEx, 57).

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