domingo, 8 de diciembre de 2019

PREPARANDO LA NAVIDAD

Protagonismo del Espíritu Santo


Este año 2019, el 2º domingo de Adviento cae en día 8 que es la solemnidad de la Inmaculada. De no ser así la Liturgia de la Palabra de este domingo (ciclo A) nos hablaría otra vez de la necesidad de preparar el encuentro con el Dios hecho hombre y que nacerá en Belén, estando en vela, mirando de ver si no hay algo que corregir, que evitar, etc. que nos sugiere la Palabra de Dios de hoy.

El “esperado”, cuando llegue aunque ya lo hace desde siempre, “no juzgará por las apariencias, ni sentenciará de oídas. Juzgará con justicia a los débiles y sentenciará con rectitud a los pobres de la tierra” (Isaías 11, 1-10).

Con el orante rezamos que “Que en sus días florezca la justicia y la paz abunde eternamente. Él librará al pobre que calmaba, al afligido que no tenía protector; él se apiadará del pobre y del indigente, y salvará la vida de los pobres” (salmo resp 71).

El evangelista Mateo nos explica que “Juan el Bautista predicando en el desierto de Judea (…) Como viese que venían a su bautismo muchos de los fariseos y de los saduceos, les dijo: «Raza de víboras, ¿quién os ha enseñado a huir de la ira que ha de venir? (…) no os justifiquéis interiormente»” (Mt 3,1-12).

Ahora y siempre el Espíritu Santo es en todo el protagonista -no sin nuestra cooperación-, pues no solo porque hizo concebir a María sino por su presencia en estos momentos camino de Belén. Le acompañamos con san José. Cantalamessa comentó esta idea y en una meditación de Adviento recordó una referencia de Benedicto XVI en la Misa crismal del Jueves Santo de 2012: "Mirando a la historia de la época postconciliar, se puede reconocer la dinámica de la verdadera renovación, que frecuentemente ha adquirido formas inesperadas en movimientos llenos de vida y que hacen casi tangible la inagotable vivacidad de la Iglesia, la presencia y la acción eficaz del Espíritu Santo".

Juan Pablo II dejaba por escrito la importancia de no vivir con el Espíritu Santo olvidado. El Concilio Vaticano II sirvió para afirmar con claridad su “resurrección” pues estuvo encerrado en una tumba desde los últimos Padres de la Iglesia. Desde los siglos del primer milenio ya algun@s sant@s llamaban al Espíritu “el gran desconocido”. En la Enc de Wojtyla dedicada a la tercera Persona trinitaria, Señor y dador de vida (Dominum et vivificantem (1986) se lee que “La Iglesia profesa su fe en el Espíritu Santo, que  (…) «habló por boca de los profetas» (…) El Espíritu Santo que procede del Padre y del Hijo (…)  es una Persona divina que está en el centro de la fe cristiana y es la fuente y fuerza dinámica de la renovación de la Iglesia (…) Su misión mesiánica es revelada por Juan Bautista que anuncia al Mesías-Cristo como el que “lleva” el Espíritu Santo, como Jesús revelará mejor en el cenáculo.

(…) La enseñanza de este concilio (Vaticano II) está esencialmente impregnada por la verdad sobre el Espíritu Santo, rico magisterio que contiene propiamente todo lo que «el Espíritu dice a las iglesias» en la fase presente de la historia de la salvación”.

(…) Por desgracia, la resistencia al Espíritu Santo en la época moderna se concentra como contenido de la cultura y de la civilización, como filosofía, como ideología, como programa de acción”. Y el Papa polaco sigue describiendo los hechos actuales, justo los opuestos a los mesiánicos narrados por Isaías y prometidos para la era mesiánica cuando “Serán vecinos el lobo y el cordero, el leopardo y el cabrito, la vaca y la osa pacerán juntos, el león y los bueyes comerán paja juntos”.

Wojtyla sigue diciendo que “el Espíritu transforma el mundo humano desde dentro, desde el interior de los corazones y de las conciencias (…) Que bajo la acción del Espíritu Paráclito se realice en nuestro mundo el proceso de verdadera maduración en la humanidad (…) El Espíritu Santo es el único que puede ayudar a las personas a liberarse de los viejos y nuevos determinismos, descubriendo la verdadera libertad”.

Francisco en un Ángelus (27-XI-2016) dijo que se necesita “aprender a no depender de nuestras seguridades, de nuestros esquemas consolidados, porque el Señor viene en la hora en la que no imaginamos (…) el Adviento viene para introducirnos en una dimensión más bella y más grande”.

Benedicto XVI en la Exh postsinodal “Ecclesia in Oriente” (EinO) dejaba escrito que “Con la acción del Espíritu Santo, los modos de seguir a Jesucristo dentro de la Iglesia son innumerables. Tan varios como los cristianos” (EinO, 13). “Desde hace bastantes años, los movimientos eclesiales y las nuevas comunidades están presentes en Oriente Medio. Son un don del Espíritu a nuestra época. No se debe apagar el Espíritu” (cf 1Ts 5, 19) (EinO, 87).

Por lo que respecta a la fe cristiana, la comunión es la vida misma de Dios que se comunica en el Espíritu Santo, mediante Jesucristo. Es un don de Dios que interpela nuestra libertad y espera nuestra respuesta. Precisamente por su origen divino, la comunión tiene una dimensión universal” (EinO, 3).

Ayuda a todo ello aprovechar el hacer o montar el belén como Francisco acaba de recordar en su Carta ap “Signo admirable” (Admirabile signum, AdS) sobre el significado del pesebre y firmada (1-XII-2019) en Greccio (Umbría, Italia), lugar del primer pesebre, inventado por san Francisco de Asís, en 1223.

El hermoso signo del pesebre -dice-, tan estimado por el pueblo cristiano, causa siempre asombro y admiración. La representación del acontecimiento del nacimiento de Jesús equivale a anunciar el misterio de la encarnación del Hijo de Dios con sencillez y alegría. El belén, en efecto, es como un Evangelio vivo” (AdS, 1).

San Francisco -sigue diciendo el papa Francisco- realizó una gran obra de evangelización con la simplicidad de aquel signo (…) el pesebre es desde su origen franciscano una invitación a “sentir”, a “tocar” la pobreza que el Hijo de Dios eligió para sí mismo en su encarnación. Y así, es implícitamente una llamada a seguirlo en el camino de la humildad, de la pobreza, del despojo, que desde la gruta de Belén conduce hasta la Cruz. Es una llamada a encontrarlo y servirlo con misericordia en los hermanos y hermanas más necesitados” (AdS, 3).

Mientras colocamos en el belén las montañas, los riachuelos, las ovejas y los pastores (…) recordamos, como lo habían anunciado los profetas, que toda la creación participa en la fiesta de la venida del Mesías. Los ángeles y la estrella son la señal de que también nosotros estamos llamados a ponernos en camino para llegar a la gruta y adorar al Señor” (AdS, 5). Los Magos enseñan que se puede comenzar desde muy lejos para llegar a Cristo (AdS, 9).

El modo de actuar de Dios casi aturde, porque parece imposible que Él renuncie a su gloria para hacerse hombre como nosotros. Qué sorpresa ver a Dios que asume nuestros propios comportamientos: duerme, toma la leche de su madre, llora y juega como todos los niños. Como siempre, Dios desconcierta, es impredecible, continuamente va más allá de nuestros esquemas” (AdS, 8).

“El belén (…) nos educa a contemplar a Jesús, a sentir el amor de Dios por nosotros, a sentir y creer que Dios está con nosotros y que nosotros estamos con Él, todos hijos y hermanos gracias a aquel Niño Hijo de Dios y de la Virgen María” (AdS, 10).


En la primera meditación de Adviento de este diciembre de 2019, el viernes día 6, el P. Cantalamessa, ante Francisco y demás asistentes -cardenales, obispos, prelados, monseñores, etc.- de la Curia vaticana ha puesto los ojos en María quien, no celebra el Adviento sino que lo vive pues lo lleva en sus entrañas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

JESUCRIST REI DE L’UNIVERS

La dimensió social de l’evangelització A la 2ª lectura d’avui, diumenge XXXIV del TO, cicle C, últim del any litúrgic doncs el proper és e...