sábado, 30 de marzo de 2019

EL EVANGELIO ES LIBERACIÓN

Teología de la Liberación (de la buena)



San Pablo recordaba a l@s primer@s cristian@s (y a l@s de ahora) que “en Cristo, Dios estaba reconciliando el mundo consigo (…) para que llegásemos a ser en él justicia de Dios” (2Corintios 5, 17-21).

Ese reconciliar es la Redención que es el arreglo, tanto de lo material estropeado pues es el cuerpo lo que muere y será resucitado. También el alma aunque es inmortal por ser espiritual requiere también arreglo pues hay que sanarla perdonando defectos, errores, pecados u omisiones.

El arreglo que hace el Redentor es reconciliar el mundo y, como ya se sabía en el Antiguo Testamento, es poder saborear frutos y manjares. Nos lo cuenta Josué, sucesor de Moisés y quien introdujo al Pueblo de Dios en la tierra prometida. “Los israelitas acamparon en Guilgal y celebraron allí la Pascua (…) Al día siguiente de la Pascua comieron ya de los productos del país: panes ázimos y espigas tostadas (…) empezaron a comer los productos del país” (Jos 5, 9. 10-12). ¿Celebrar la Pascua y comer es lo que Dios quiere? Cada ser humano está para alcanzar el premio del banquete celestial y para lograrlo, aunque es un don y no un premio merecido, Jesús instituye el banquete eucarístico.

Es “chocante” lo que narra Lucas en la parábola llamada del hijo pródigo que pronunció el propio Cristo porque “los fariseos y los escribas murmuraban diciendo: Este recibe a los pecadores y come con ellos”. Aun no ha llegado el hijo pródigo y su padre sale corriendo a su encuentro, no le espera con cara de perro para echarla un rapapolvo, sino que “dijo a sus criados: Pronto, sacad el mejor traje (…) traed el ternero cebado y matadlo, y vamos a celebrarlo con un banquete (...) Y se pusieron a celebrarlo” (Lc 15, 20-24). Otra comidita en los planes divinos.

Conviene intentar entender, con el esfuerzo personal y la ayuda del Espíritu Santo, qué enseña el Evangelio para acoplar la religión vivida y que sirva para lo que Dios quiere. No todo es únicamente espiritual, rezar, ir a Misa, hacer romerías, etc. Los medios son imprescindibles pero son medios y no fines. El padre obsequia al hijo perdido con un banquete. El pueblo de Dios disfruta de manjares al llegar a la tierra prometida. El don de la vida eterna en el cielo será participar del banquete celestial.

Se encarnó el Verbo para enseñarnos a estar en este mundo para lo que Dios creador nos puso y por eso el papa Francisco viene señalando que la vida religiosa del cristiano no debe caer en la situación traicionera de ser un abuso excluyente y exclusivo de la praxis sacramental olvidando la dimensión social material de dar de comer al hambriento, visitar al encarcelado, etc.

también Benedicto XVI en “Caritas in veritate”, dedica el cap 1 (nn 21 a 30) a un aspecto terrenal, al desarrollo humano, diciendo que “Pablo VI tenía una visión articulada del desarrollo (…) que los pueblos salieran del hambre, la miseria, las enfermedades endémicas y el analfabetismo (…) nos preguntamos hasta qué punto se han cumplido las expectativas de Pablo VI (…) los efectos perniciosos sobre la economía real de una actividad financiera mal utilizada y en buena parte especulativa, los imponentes flujos migratorios, frecuentemente provocados y después no gestionados adecuadamente, o la explotación sin reglas de los recursos de la tierra, nos induce hoy a reflexionar (n. 21). El cristiano debe reflexionar para encontrar soluciones para la vida humana y no mirar el cielo para no ver lo que ocurre aquí en la tierra.

En otra página recoge y glosa consideraciones de su antecesor Juan Pablo II que le hacen clamar que “en las zonas más pobres, algunos grupos gozan de un tipo de superdesarrollo derrochador y consumista, que contrasta de modo inaceptable con situaciones persistentes de miseria deshumanizadora. Se sigue produciendo «el escándalo de las disparidades hirientes». Lamentablemente, hay corrupción e ilegalidad tanto en el comportamiento de sujetos económicos y políticos de los países ricos, nuevos y antiguos, como en los países pobres” (n. 22 ).

Cabe que algún@ se pregunte incluso en voz alta: ¿Eso es el Evangelio? y el Papa Ratzinger le contesta al empezar esa encíclica que “Jesucristo purifica y libera de nuestras limitaciones humanas” (n. 1).

Y un poco más adelante sigue recordando que hay que “comprender que la adhesión a los valores del cristianismo no es sólo un elemento útil, sino indispensable para la construcción de una buena sociedad y un verdadero desarrollo humano integral” (n. 4).

Todos conocemos el “mandato” del Creador para el hombre que es crecer, multiplicarse y dominar la tierra (cf Gen 1, 28). Por eso dice Benedicto XVI que “se ama al prójimo tanto más eficazmente, cuanto más se trabaja por un bien común que responda también a sus necesidades reales” (n. 7).

Pero la Iglesia “no tiene soluciones técnicas que ofrecer y no pretende «de ninguna manera mezclarse en la política de los Estados». No obstante, tiene una misión de verdad que cumplir en todo tiempo y circunstancia en favor de una sociedad a medida del hombre, de su dignidad y de su vocación” (n. 9).

Juan Pablo II pidió a la CDF, presidida entonces por el cardenal Ratzinger, un estudio extenso sobre la «teología de la liberación» diseñada en la década de los 60 del siglo XX proponiendo una interpretación innovadora del contenido de la fe y de la existencia cristiana que se aparta de la fe de la Iglesia".

En 1984 la CDF sacó Libertatis nuntius que empieza diciendo que “El Evangelio de Jesucristo es un mensaje de libertad y una fuerza de liberación. En los últimos años esta verdad esencial ha sido objeto de reflexión por parte de los teólogos, con una nueva atención rica de promesas”. Sigue diciendo que “La poderosa y casi irresistible aspiración de los pueblos a una liberación constituye uno de los principales signos de los tiempos que la Iglesia debe discernir e interpretar a la luz del Evangelio” (n. 1).

En 1986 sacó el 2º documento titulado Libertatis conscientia donde, al reconocer la importancia de una auténtica solidaridad con los pobres, ofrece las bases para una ortodoxa doctrina social. Para ello describe la naturaleza de la liberación, como tema esencial de la teología y de la fe judeo-cristiana.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

JESUCRIST REI DE L’UNIVERS

La dimensió social de l’evangelització A la 2ª lectura d’avui, diumenge XXXIV del TO, cicle C, últim del any litúrgic doncs el proper és e...