Muros a derrumbar
con Francisco.
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No poc@s
estamos patidifus@s y escalofriad@s con los actuales muros separatistas en USA y
en el Estado de Israel; ellos para los mexicanos y éstos para los palestinos. La
alambrada en Melilla no pierde actualidad. Es como una manía a través de los
siglos y también el Estado ciudad del Vaticano se rodeó con la llamada “muralla
leonina” de 3 km de longitud que mandara construir el papa León IV (847-855) como
muro protector. En IX-2013 colgué un post sobre esto de los muros de la
antigüedad pues la cosa viene de lejos.
La Iglesia
está siempre mirando a los ojos del Señor (o lo intenta) por eso el papa Wojtyla
dejó escrito que “Jesús derriba los muros de la división y realiza la unificación de forma
original y suprema” (FR, 70). Se sobreentiende que la referencia es tanto para los muros de la división del mundo civil como del mundo eclesial.
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Muro contra los palestinos |
Y no se trata solamente de abatir piedras sino también ideas, mentes y
corazones, por eso en su primera encíclica, “La
alegría del Evangelio” (Evangelii gaudium, EG), Francisco escribe: “En su constante discernimiento, la Iglesia
también puede llegar a reconocer costumbres propias no directamente ligadas al
núcleo del Evangelio (…) No tengamos miedo de revisarlas [o sea,
derribarlas si es el caso]” (EG, 43).
Hay
que derribar o desechar todo aquello que la mirada de fe, con los ojos de
Cristo, se ve desechable. Cristo
hace muchas referencias a la abolición de cosas de lo antiguo como signo de la
actitud interior nueva que deben acoger los hombres y mujeres. Odres nuevos para
el vino nuevo (cf Mt 9, 17). El velo del Templo (que era el orgullo de los
judíos) se rasgó cuando Jesús espiró (cf Lc 23, 45). Con
claridad meridiana los fariseos y saduceos entendían que Cristo aludía a su estructura religiosa, esos “montajes” humanos, no siempre justos ni limpios. ¿No estará Jesús también hoy
llorando, como le ocurrió frente a Jerusalén, cuando la miraba desde la otra
vertiente del huerto de los olivos, unos días antes de ser crucificado (cf Lc
19,41-44)?
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Muro USA contra los mexicanos y otros |
Un muro
pendiente de ser derrumbado es el que divide al Pueblo de Dios y a los mismos
jerarcas que no pueden vivir la colegialidad pues la estructura eclesiástica
tenía aislado al obispo de Roma (el Papa) de los demás obispos que son el
colegio apostólico instituido por Cristo mismo. El muro aislante es el Colegio
cardenalicio, incrustado en medio para aislarlos. Además la colegialidad es
esencial en la Iglesia, en el Pueblo de Dios, así que no es exclusiva ni
excluyente de los jerarcas. En el primer concilio de la historia del
cristianismo, el de Jerusalén, intervino la comunidad de esa ciudad, incluso
fariseos (cf Act 15, 4-5) y después de hablar Pedro, “toda la multitud calló” (Act 15, 12).
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Mejitzá en una sinagoga |
Al
derribarse los muros, se vislumbra una nueva etapa para sentire cum Ecclesia como recordó Benedicto XVI. Francisco dice que Él [Cristo]
nos permite levantar la cabeza y volver a
empezar, con una ternura que nunca nos desilusiona y que siempre puede
devolvernos la alegría. No huyamos de la resurrección de Jesús, nunca nos
declaremos muertos, pase lo que pase (Evangelii gaudium, 3).
Es
la hora de derribar también el muro que separa los varones de las mujeres, tarea
pendiente y por eso el papa Francisco se queja: "Deseo resaltar que,
aunque hubo notables mejoras en el reconocimiento de los derechos de la mujer y
en su participación en el espacio público, todavía hay mucho que avanzar (…) No
se terminan de erradicar costumbres inaceptables" (Amoris laetitia, 54). Muy de vez en cuando a alguna de ellas se la deja hablar pero tienen prohibido votar o sea opinar.
Él [el Espíritu Santo] siempre puede, con su novedad, renovar
nuestra vida (…) romper los esquemas aburridos en los cuales pretendemos
encerrarlo y nos sorprende con su constante creatividad divina (Evangelii
gaudium, 11).
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Al otro lado del biombo pueden rezar ellas |
Es la hora
de derrumbar también el muro que tiene separada la razón de la libertad humana.
A ello se refirió Benedicto XVI, entre otros momentos cuando glosaba a John de
Salisbury (†1180), filósofo y teólogo, consejero de Tomás Becket (†1170 con 52 años). Resaltó que
"en nuestra época, sobre todo en
algunos países, asistimos a una separación
preocupante entre la razón, que tiene la tarea de descubrir los valores
éticos ligados a la dignidad de la persona humana y la libertad que tiene la responsabilidad de acogerlos y
promoverlos” (Audiencia General 16-XII-2009).
Es la hora
de derribar además el muro que separa lo espiritual de lo material, el cuerpo del
alma, ya que la vida religiosa se ha de preocupar tanto de la salvación de las
almas como de los cuerpos. Y lo material incluye la custodia del planeta Tierra
que Dios ha creado y entregado al hombre que requiere una espiritualidad
ecológica como clama Francisco: "Nuestra casa común es también como una hermana, con la cual compartimos
la existencia, y como una madre bella que nos acoge entre sus brazos" (LS, 1). "Esta hermana clama por el daño que le provocamos a causa del uso
irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella. Hemos
crecido pensando que éramos sus propietarios y dominadores, autorizados a
expoliarla" (LS, 2).
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Ser ecológicos
no es una manía del actual papa Francisco ni algo novedoso. El number one “verde” es el mismo Dios Creador
y nosotros, los humanos, hechos a su imagen y semejanza, intentamos querer cada
vez más y mejor el mundo, como Dios lo ama, que incluye tanto a los seres
humanos como a los irracionales, los vegetales, las piedras y las galaxias,
aunque a cada uno de modo distinto, claro está.
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