María
Magdalena recibe el encargo de Jesús de anunciarla a sus hermanos
Desde
el balcón de la basílica vaticana, el Papa -como cada año y como
todos sus antecesores- dio su mensaje pascual para este 2019 y
recordaba que “La
resurrección de Cristo es el comienzo de una nueva vida para todos
los hombres y mujeres (…)
la
Pascua es también el comienzo de un mundo nuevo (…)
al
fin se abrió al Reino de Dios, Reino de amor, de paz y de
fraternidad”.
Nueva vida”, mundo nuevo abierto al Reino se supone que vale tanto
para unos como para otros, dentro y fuera de la sociedad eclesial de
los bautizados.
Nueva
fue (otra vez) el actuar del Resucitado que sin el menor asomo de
machismo, tiene a las mujeres por cooperadoras de su obra redentora
que va realizando con su muerte en la cruz del Gólgota, con su
resurrección y con su ascensión…. hasta que vuelve por segunda y
definitiva vez.
María Magdalena recibe el encargo de comunicar la resurrección de Jesús |
Pasado
el sábado, al alborear el día primero de la semana, fueron María
Magdalena y la otra María a ver el sepulcro” (Mt 28, 1) y
Marcos añade a Salomé (Mc 16, 1). “El ángel (…) dijo
a las mujeres: No temáis vosotras; ya sé que buscáis a Jesús, el
crucificado. No está aquí, porque ha resucitado como había
dicho. Venid, ved el sitio donde estaba puesto. Marchad en seguida y
decid a sus discípulos que ha resucitado de entre los muertos; irá
delante de vosotros a Galilea: allí le veréis” (Mt
28, 1-8). Luego fue el
mismo Jesús que les repitió a ellas el encargo (Mt 28, 10). Jesús
confiaba a las mujeres las verdades divinas, lo mismo que a los
hombres.
Las
mujeres son las primeras en llegar al sepulcro. Son las primeras que
lo encuentran vacío. Son las primeras que oyen: «No está aquí,
ha resucitado como lo había anunciado» (Mt 28, 6). Son
igualmente las primeras en ser llamadas a anunciar esta verdad a los
apóstoles (cf. Mt 28, 1-10; Lc 24, 8-11): «Vete donde mis
hermanos y diles… Fue María Magdalena y dijo a los
discípulos que había visto al Señor y que había dicho estas
palabras» (Jn 20, 16-18). Por esto ha sido llamada «la apóstol
de los apóstoles».
Pablo
VI decía: «En
el cristianismo, más que en cualquier otra religión, la mujer tiene
desde los orígenes un estatuto especial de dignidad, del cual el
Nuevo Testamento da testimonio en no pocos de sus importantes
aspectos (...) es evidente que la mujer está llamada a formar parte
de la estructura viva y operante del Cristianismo de un modo tan
prominente que acaso no se hayan todavía puesto en evidencia todas
sus virtualidades»
que años
después citó
Juan Pablo II en su Carta apostólica “La dignidad de la mujer”
(DM,
15-VIII-1988).
Ellas son las primeras |
“Es
algo universalmente admitido –sigo
leyendo al Papa Wojtyla-,
incluso por parte de quienes se ponen en actitud crítica ante el
mensaje cristiano, que Cristo fue el promotor de la verdadera
dignidad de la mujer y de la vocación correspondiente a esta
dignidad. A veces esto provocaba estupor, sorpresa, incluso llegaba
hasta el límite del escándalo; «se sorprendían» los mismos
discípulos de Cristo”
(Juan Pablo II, ibid).
“En
Jesús no se encuentra nada que refleje la habitual discriminación
de la mujer, por el contrario, sus palabras y sus obras
expresan siempre el respeto y el honor debido a la mujer (…) Junto
a Cristo (...) se sienten «liberadas», reintegradas, amadas; su
posición social se transforma” (Juan Pablo II, ibid). Jesús
no sólo “revolucionaba” el trato con las mujeres israelitas sino
también con las extranjeras como la samaritana, la sirio-fenicia,
etc.
En
“Jesús de Nazaret” de Joseph Ratzinger, 2007, tomo II (pp 93 –
102), solo y de pasada, hay una referencia a la mujer cuando
considera la resurrección de Jesús. Recuerda que María Magdalena
fue quien encontró vacío el sepulcro y supuso que alguien se había
llevado el cuerpo de Jesús (cf. Jn 20, 1-3). Llorando por ello en el
jardín donde fue sepultado, se le apareció el mismo Resucitado al
que reconoció al oir que la llamaba por su nombre: ¡María!
María
Magdalena es
llamada “apóstol de apóstoles” (Apostolorum
apostola) por
Tomás de Aquino y en
Oriente “isapóstolos” o
sea igual que un apóstol.
La celebran los ortodoxos, los
luteranos y los
anglicanos. Rábano
Mauro, monje benedictino,
abad de Fulda del s VIII/IX
durante 20 años,
opina que Jesús la nombró apóstol y ella
ejerció esa tarea. Dice que
«María, con sus
co-apóstoles, anunció el Evangelio de la resurrección de Cristo
con las palabras: «He visto al Señor» (Jn, 20, 18)».
El
Papa Francisco decretó que
su memoria pasara litúrgicamente a ser fiesta.
En la Última Cena no faltaron ellas, presentes siempre en los acontecimientos. |
Ratzinger
comenta que “las
mujeres tienen un papel decisivo; más aún, tienen la preeminencia
en comparación con los hombres
(…)
el
primer encuentro con el Resucitado estaba destinado a ellas. La
Iglesia, en su estructura jurídica, está fundada sobre Pedro y los
Once, pero en la forma concreta de la vida eclesial son siempre las
mujeres las que abren la puerta al Señor, lo acompañan hasta el pie
de la cruz y así lo pueden encontrar también como Resucitado”.
En
el Gólgota, “había allí muchas mujeres mirando desde
lejos, aquellas que habían seguido a Jesús desde Galilea para
servirle. Entre ellas estaban María Magdalena, María la madre de
Santiago y José, y la madre de los hijos de Zebedeo” (Mt 27,
55-56 y Mc 15, 40-41 ). No eran solo unas pocas.
Francisco,
en la Audiencia General (16-IX-2016),
la última
catequesis sobre la familia antes del Sínodo de obispos sobre la
familia, volvía
a reclamar una "teología
de la mujer", que elimine estereotipos ofensivos.
El
rol de las mujeres
en la Iglesia fue
abordado
en el Simposio
celebrado en Roma en
septiembre
de 2016, promovido por la CDF.
También
el Congreso
de
abril 2015 celebrado en
la Pontificia Universidad Antoniana de Roma versó
sobre "Mujeres
en la Iglesia: perspectivas en diálogo".
Allí
sor Mary
Melone, una de las promotoras del Congreso, concluyó la jornada
afirmando que: "ya
es hora que la Iglesia deje de hablar de la mujer y se disponga a
hablar con las mujeres".
“La
resurrección de Cristo -deja
escrito Francisco- provoca
por todas partes gérmenes de ese mundo nuevo; y aunque se los corte,
vuelven a surgir (…) porque Jesús no ha resucitado en vano”
(EG
278, 24-XI-2013).
Este texto lo repite íntegro en Veritatis gaudium (VG, 6,
8-XII-2017).
El
21-VI-201,8
la abogada chilena
María
Francisca San Martín Camponovo fue
la
primera laica en ocupar un
cargo de responsabilidad
en una
Iglesia local al
ser
nombrada
Canciller de la Arquidiócesis de Santiago de Chile.
En
el Encuentro sobre “La
Protección de los menores en la Iglesia”,
habido
en febrero de 2019, intervino la
Dra. Linda Ghisoni, Subsecretaria de la sección para los Fieles
Laicos del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida,
presentando
la 3ª Relación del día (22-II-2019) y a continuación el Papa
Francisco dijo: “Invitar
a una mujer a hablar de las heridas de la Iglesia es invitar a la
Iglesia a hablar de sí misma, de las heridas que tiene. Y creo que
este es el paso que debemos dar con gran fuerza: la mujer es la
imagen de la Iglesia que es mujer, es esposa, es madre. Un estilo.
Sin este estilo hablaríamos del pueblo de Dios, pero como una
organización, quizás sindical, pero no como una familia nacida de
la Madre Iglesia”.
“Las
reivindicaciones de los legítimos derechos de las mujeres, a partir
de la firme convicción de que varón y mujer tienen la misma
dignidad, plantean a la Iglesia profundas preguntas que la desafían
y que no se pueden eludir superficialmente” (Evangelii
gaudium, 104).
“Es
necesario ampliar los espacios para una presencia femenina más
incisiva en la Iglesia (…) Las mujeres están
formulando cuestiones profundas que debemos afrontar. La Iglesia no
puede ser ella misma sin la mujer y el papel que ésta desempeña. La
mujer es imprescindible para la Iglesia” (Entrevista al Papa
Francisco, 19-VIII-2013).
Las
meditaciones del Via crucis de este Viernes Santo en el Coliseo
romano, correrán a cargo de una mujer, religiosa misionera de 80
años. Ya lo han hecho ellas en otras ocasiones aunque se cuenten con
los dedos de una mano. Ojalá sea así para todas, en todas partes y
para siempre.
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